El Gran Festival de la Amistad Global



En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde había colinas verdes y un lago de aguas cristalinas, vivía un grupo de niños muy curiosos. Entre ellos estaban Mila, una niña argentina que adoraba bailar; Samir, un niño de la India que amaba contar historias; y Amina, una pequeña de Egipto que soñaba con ser artista.

Un día, mientras jugaban en la plaza, llegó una carta misteriosa al pueblo. Era de un amigo viajero que les decía: "¡Hola, amigos! He estado viajando por el mundo y he conocido a varios niños de diferentes países. Quiero que organicen el primer Gran Festival de la Amistad Global en Arcoíris. Cada uno puede traer algo de su cultura para compartir. ¡Hagámoslo!"-

Los niños se miraron emocionados. "¡Sí! Eso suena increíble!"- exclamó Mila mientras daba un saltito. Pero Amina, algo preocupada, dijo: "¿Y si los otros niños no quieren venir?"-

Samir, con una sonrisa llena de entusiasmo, respondió: "No se preocupen, Amina. Podemos invitar a todos con una carta, y les contamos lo que haremos. ¡Estoy seguro de que les encantará!"-

Así que, con mucho entusiasmo, los tres amigos se pusieron a trabajar. Escribieron cartas y dibujaron hermosos colores en los sobres, invitando a niños de todo el mundo a su festival.

A medida que pasaron las semanas, las cartas fueron llegando de distintas partes del globo. En el pueblo de Arcoíris, comenzaron a llegar niños de lugares lejanos. Había niños de Japón que traían origami, de México que ofrecían un baile tradicional, y de Italia que iban a preparar deliciosa pizza.

Cerca de la fecha del festival, algo extraño comenzó a suceder. Dos niños, Leo de Argentina y Wei de China, se encontraron discutiendo. "¡A mí no me gusta el fútbol que juegan aquí! Es aburrido!"- decía Leo, mientras Wei cruzaba los brazos.

Amina, al darse cuenta de la tensión, se acercó y dijo: "Chicos, ¿qué tal si en vez de pelear por lo que nos gusta, descubrimos juntos?"-

Curiosos, Leo y Wei la miraron. "¿Cómo?"- preguntó Leo. "Podemos combinar lo que nos gusta. ¿Qué tal un partido de fútbol donde se hagan malabares al mismo tiempo?"-

Wei sonrió. "¡Eso suena divertido!"- Ambos empezaron a reír y se unieron en la preparación del festival.

El día del festival llegó y el pueblo de Arcoíris se llenó de colores, juegos y sabores de diferentes culturas. Había música de todos los rincones del planeta, y cada niño mostraba con orgullo lo que había traído. Mila mostró su danza típica, Samir compartió cuentos de su país y Amina pintó hermosas imágenes en el rostro de sus amigos.

Sin embargo, en medio del festival, Mila notó que algunos niños estaban un poco tristes. "¿Qué pasa?"- les preguntó con curiosidad. "No conocemos muchas palabras en español y nos da miedo hablar"- respondieron.

Rápidamente, Mila, Amina y Samir se reunieron y decidieron que era hora de ayudar. "No importa el idioma. La música y el arte son el mismo en todos lados"- dijo Amina. "Podemos hacer un taller de música donde todos aprendan a tocar un instrumento del otro país"- agregó Samir.

Así lo hicieron, y poco a poco, la música llenó el aire, uniendo a todos los niños, riendo y aprendiendo juntos. En ese momento, comprendieron que la globalización no solo era compartir cosas, sino también aprender de cada uno y hacer amigos de diferentes culturas.

Al caer la tarde, todos se sentaron alrededor del lago, cansados pero felices. Mila miró a sus amigos y les dijo: "¡Deberíamos hacer esto cada año!"-

"¡Sí! ¡El Gran Festival de la Amistad Global será una tradición!"- gritaron todos al unísono, mientras contemplaban la puesta de sol.

Y así, en ese pequeño pueblo de Arcoíris, la globalización se convirtió en una hermosa experiencia de amistad y creatividad, donde los niños aprendieron a celebrar sus diferencias y valorar lo que cada cultura podía aportar al mundo.

Desde ese día, el pueblo se llenó de nuevas amistades, y los niños de Arcoíris siempre recordaron que, aunque cada uno era diferente, juntos podían crear algo realmente mágico.

FIN.

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