El Gran Festival de la Diversidad



En un pequeño pueblo llamado Arco Iris, el 12 de octubre era un día muy especial. Este año, los habitantes habían decidido celebrar el Día de la Diversidad con un gran festival. Todos estaban emocionados, pero también un poco nerviosos. La maestra de la escuela, la señora Clara, reunió a sus alumnos para preparar la celebración.

- “¡Chicos! Este año vamos a hacer algo grandioso para el festival. Queremos que todos puedan compartir sus tradiciones y culturas”, dijo la señora Clara.

Los niños asintieron con entusiasmo. Entre ellos estaban Tomás, que tenía raíces italianas; Sofía, cuya familia era originaria de los pueblos indígenas; y Lucas, que venía de una familia china. Todos estaban ansiosos por mostrar lo que sus familias habían traído a Arco Iris.

Pero justo cuando estaban pensando en sus ideas, Aurora, una nueva alumna, entró al aula. Aurora era de un país lejano y tenía una cultura muy diferente a la de los demás.

- “Hola, soy Aurora. Vine a vivir aquí hace poco y no sé nada sobre el festival”, dijo con voz temblorosa.

- “¡No te preocupes, Aurora! Todos tenemos algo especial que aportar. ¿Qué te gustaría compartir? ”, le preguntó Sofía, sonriendo.

Aurora pensó por un momento y luego dijo:

- “Me gustaría mostrarles una danza de mi país, pero no sé si les gustará”.

- “¡Eso suena genial! Podríamos hacer una presentación con todas las danzas de cada uno”, propuso Lucas.

Los niños se pusieron a trabajar. Tomás trajo recetas de pasta de su abuela, Sofía trajo instrumentos indígenas y Lucas trajo una hermosa tela de seda para decorar. Aurora, un poco tímida, se unió al grupo y les enseñó su danza mientras todos la observaban con admiración.

Sin embargo, a medida que se acercaba el día del festival, Tomás se sentía cada vez más incómodo. A veces, se sentía incómodo con la diversidad de sus compañeros y sobre todo, porque pensaba que su comida podría no ser tan buena como la de los demás.

- “No sé si mis pastas estarán a la altura de lo de Aurora o Sofía”, confesó Tomás.

- “¡Eso no importa! Este festival no se trata de competir. Se trata de compartir y aprender de nuestras diferencias”, le dijo la señora Clara.

Finalmente llegó el día del festival. El parque del pueblo se llenó de luz, música y alegría. Cada grupo de niños presentó su danza, su música y sus comidas. Aurora, con sus movimientos llenos de gracia, encantó a todos. Tomás, que al principio tenía miedo, decidió servir su pasta con orgullo. La gente hizo fila para probar los platos de todos los participantes.

Cuando Aurora terminó su danza, recibió una lluvia de aplausos. Sofía tomó la mano de Tomás y dijo:

- “Mirá, todos están disfrutando lo que compartiste. Tu comida es deliciosa.”

Tomás sonrió, sintiéndose contento y aliviado. En ese momento, entendió que cada cultura tenía su belleza y que juntos eran más fuertes.

Al final del festival, la comunidad se reunió para compartir sus pensamientos. La señora Clara los reunió:

- “Hoy, cada uno de ustedes ha compartido una parte de su mundo, y eso es maravilloso. La diversidad nos enriquece y nos hace únicos. Aprendimos que juntos podemos crear algo increíble.”

Y así, en Arco Iris, el 12 de octubre se convirtió en un día de celebración de la diversidad, donde todos aprendieron que ser diferentes era una gran fortaleza. Desde ese día, cada año, el pueblo celebraba su diversidad y el lazo especial que les unía.

Fin.

FIN.

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