El Gran Festival de La Diversidad



Era un soleado día en el pequeño pueblo de Culturópolis, donde los niños y las niñas tenían la oportunidad de aprender sobre muchas culturas diferentes. En la escuela, la maestra Luna había preparado un proyecto muy especial: el Gran Festival de La Diversidad.

"¡Chicos! Este año haremos algo diferente. Cada uno de ustedes elegirá una cultura para investigar y luego la presentará en nuestro festival. Se vienen cosas increíbles!" - anunció la maestra con una sonrisa.

Los chicos estaban emocionados. Todos comenzaron a hablar entre ellos, compartiendo ideas y anotando sus elecciones.

"Yo quiero investigar sobre la cultura africana. Me encanta la música y las danzas de allá!" - dijo Tomás, salteando en su lugar.

"Y yo voy a aprender sobre la cultura japonesa. ¡Me fascinan los bonsáis y el origami!" - comentó Valentina, que ya había comenzado a dibujar unos papeles recortados en su cuaderno.

Mientras tanto, Lola, una niña más tímida, pensaba en voz alta:

"No sé... a mí me gustaría hacer algo diferente, pero no tengo idea por dónde empezar."

"¡Podrías investigar sobre la cultura de los pueblos originarios de Argentina!" - sugirió Federico, quien siempre había estado interesado en el tema.

Lola se animó. Decidió que sí, que podía aprender sobre su propia cultura. Así que junto con sus compañeros, decidieron juntarse para intercambiar ideas y así cada uno se sentiría apoyado, promoviendo una verdadera eqUIDAD.

Con el paso de los días, los niños se reunieron cada semana después de la escuela para compartir sus aprendizajes. Hincha de su cultura, Tomás trajo instrumentos musicales hechos por él mismo, y todos se maravillaron con el sonido.

El día del festival llegó y la escuela se llenó de colores, sabores y sonidos de todo el mundo. Cada uno expuso su proyecto con mucha pasión. Hasta que, en medio del bullicio, algo inesperado sucedió.

La maestra Luna hizo el llamado a la presentación de la cultura africana. Tomás, un poco nervioso, se acercó al escenario.

"Hoy les voy a mostrar una danza tradicional de África, pero antes quiero invitar a todos a unirse a mí. ¡Vamos a hacerlo juntos!"

Los niños se miraron confundidos al principio, pero al ver la energía de Tomás, se sumaron con entusiasmo. La pista se llenó de risas, saltos y movimientos que construyeron una linda interacción entre los compañeros, algo único.

Después de eso, Valentina compartió su experiencia con origami y transformó un simple papel en hermosas figuras, mientras Lola relataba sobre la importancia de los pueblos originarios.

Al finalizar el festival, la maestra Luna se acercó a todos.

"Chicos, quiero felicitarlos. No solo aprendieron sobre otras culturas, sino que también aprendieron a compartir y a colaborar entre ustedes. ¡Eso es la verdadera diversidad!"

Los niños se sintieron felices.

"La cultura se vive en unión, y para vivirla, hay que aprender y compartir!" - exclamó Tomás, mientras todos aplaudían.

Desde ese día, en Culturópolis el aprendizaje y la interacción se convirtió en el hilo que hilaba muchas historias. Cada viernes se reunían no solo para hablar de sus culturas, sino también para seguir aprendiendo y diversificando sus conocimientos. ¡Esa fue la magia del Gran Festival de La Diversidad!

FIN.

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