El Gran Festival de las Frutas
Era un soleado día en el pequeño pueblo de Frutópolis, un lugar mágico donde habitaban niños que eran también frutas. Desde el carismático Tomy, que era un tomate rojo brillante, hasta la dulce Lila, que era una pera jugosa y siempre sonriendo.
En Frutópolis, los niños frutas tenían un gran sueño: organizar el primer Gran Festival de las Frutas. Este festival sería una mezcla de juegos, concursos y cuentos, y toda la comunidad debía participar.
Una tarde, mientras jugaban en la plaza central, Tomy exclamó: - ¡Chicos, tenemos que hacer algo increíble para el festival! ¿Qué les parece un concurso de talentos?
Las frutas aplaudieron entusiasmadas. - ¡Me encanta la idea! - dijo Lila, mientras giraba con alegría. - Yo puedo cantar una canción sobre lo buenas que somos.
- Yo puedo hacer malabares con las naranjas - agregó Nino, un alegre niño naranja que siempre estaba dispuesto a hacer reír a todos.
Sin embargo, en medio de su emoción, se dieron cuenta de que debían cumplir con sus tareas diarias antes de dedicarse a preparar el festival. Cada uno tenía una responsabilidad en el pueblo. Tomy se ocupaba del huerto comunitario, Lila ayudaba a hacer mermeladas, y Nino cuidaba de los animales.
- Chicos, necesitamos un plan - dijo Lila, con un brillo de determinación en sus ojos. - Si trabajamos juntos, podremos cumplir con nuestras tareas más rápido.
- ¡Exacto! - dijo Tomy. - Podemos hacerlo como un juego. Dividámonos las tareas y, cuando terminemos, ¡a jugar!
Así que comenzaron a trabajar en equipo. Mientras Tomy cuidaba las plantas, Lila hacía mermeladas y Nino alimentaba a los animales, se turnaban para cantar y hacer chistes. Así, el trabajo se volvió más liviano y divertido.
A medida que avanzaba el día, los niños se dieron cuenta de que aún les quedaba mucho por hacer y solo había una semana para el festival. - ¡No vamos a lograrlo! - dijo Nino, preocupándose un poco.
Pero Lila lo animó. - ¡Claro que sí! Si seguimos organizados y motivados, podemos lograrlo. ¡Y además, tenemos mucho apoyo de nuestros vecinos!
Entonces, decidieron salir a pedir ayuda a otros niños frutas para que se unieran a su esfuerzo. Llamaron a Mel, la sandía, y a Kiwi, el kiwi travieso.
- ¡Hola, amigos! - saludó Mel con su gran sonrisa. - ¿En qué puedo ayudar?
- Necesitamos que todos contribuyan para que el festival sea un éxito - explicó Tomy. - ¡Vamos juntos a hacer un desfile de frutas!
Con cada nuevo amigo que se unía al grupo, la energía aumentaba. Ahora, no solo trabajaban, sino que también compartían ideas. Cada uno trajo su propia habilidad: Mel trajo la idea del desfile, Lila organizó la parte musical, y Nino se encargó de la parte divertida con juegos.
A medida que los días pasaban, las risas en Frutópolis resonaban por todo el pueblo. Sin embargo, cuando llegó el día del festival, sorpresas inesperadas aparecieron. Los fuertes vientos empezaron a soplar, desarmando las decoraciones y haciendo que el escenario se tambaleara.
- ¡No puede ser! - gritó Tomy con miedo. - Todo nuestro esfuerzo se está desvaneciendo.
Pero Lila, siempre optimista, dijo: - ¡No debemos rendirnos! ¡Es hora de mostrar lo que hemos aprendido!
Los niños frutas se unieron, usando sus habilidades para reafirmar el escenario, rehaciendo las decoraciones y haciendo que todo luzca hermoso de nuevo. Cuando el viento se calmó, estaban listos para recibir a todos los habitantes del pueblo.
El Festival de las Frutas fue un gran éxito. El desfile de frutas, los juegos y las canciones hicieron que Frutópolis se llenara de alegría. Todos aprendieron que, trabajando juntos y apoyándose, podían superar cualquier obstáculo que se presentara.
Al finalizar el festival, Lila subió al escenario y dijo: - Esto no hubiera sido posible sin la ayuda de cada uno de ustedes. ¡Juntos, somos más fuertes!
Todos aplaudieron, sintiendo que no solo habían celebrado un festival, sino que también habían forjado lazos más profundos entre ellos. Desde entonces, cada año, Frutópolis recuerda el Gran Festival de las Frutas con alegría y esperanza, recordando que la unión y el trabajo en equipo siempre darán sus frutos.
FIN.