El Gran Festival de las Frutas
En un colorido pueblo llamado Frutilandia, donde todas las frutas estaban vivas y tenían personalidad propia, se estaba preparando el gran Festival de las Frutas. Cada año, se celebraba este festival en honor a la amistad y la diversidad, y este año había una gran expectativa, porque Frutilandia había recibido a un nuevo habitante: un pequeño limón llamado Limóncito.
Limóncito era tímido y había venido de un árbol lejano, así que estaba un poco nervioso por conocer a sus nuevos amigos.
"¡Hola, Limóncito! Yo soy Manzana, y esta es mi amiga Pera. Vení, vamos a trabajar juntos para el festival!" - dijo Manzana con una gran sonrisa.
"¡Sí, Limóncito! Vamos a hacer los mejores juegos!" - agregó Pera entusiasmada.
Limóncito sonrió, pero aún se sentía un poco fuera de lugar. Manzana y Pera lo invitaron a unirse a ellos en la planificación del festival. Juntos, decidieron hacer una gran competencia de lanzamiento de frutas y un desfile de colores.
Sin embargo, cuando llegó el día del festival, Limóncito miraba desde lejos y un miedo lo invadía.
"No sé si puedo hacerlo... Soy solo un limón, no soy tan brillante como ustedes" - dijo con tristeza.
Manzana y Pera se dieron cuenta de que Limóncito se sentía así y decidieron ayudarlo.
"¡Claro que podés, Limóncito! Tu sabor es único. No haces falta ser grande para brillar. Todos nuestros amigos están aquí para divertirse juntos" - animó Manzana.
"Eso es verdad, Limóncito. Cada fruta tiene su propio encanto. ¡Tu acidez puede hacer que muchas cosas sean más ricas!" - dijo Pera.
Con el apoyo de sus nuevos amigos, Limóncito decidió intentarlo. Se unieron todos y empezaron el festival. El desfile fue divertido, lleno de colores y risas: estaban las naranjas bailando, las uvas formando una linda cadena, e incluso los plátanos haciendo piruetas.
El momento del concurso de lanzamiento de frutas fue el más emocionante. Limóncito dudaba, pero al ver a todos sus amigos disfrutando, se armó de valor.
"¡Voy a probar!" - gritó Limóncito, mientras se preparaba para lanzar.
Todos los demás lo animaron.
"¡Vamos, Limóncito!" - gritaban.
Con todas sus fuerzas, Limóncito lanzó su piel al aire, creando una explosión de aroma que inundó el aire. Todos quedaron asombrados.
"¡Increíble! ¡Eso huele delicioso!" - exclamó Pera.
"¡Nunca había olfateado algo así!" - dijo Manzana sorprendida.
La acidez de Limóncito agregó un toque especial que hizo el festival aún más divertido. Se convirtió en el centro de atención, riendo y compartiendo su energía.
Al final del día, todos los habitantes de Frutilandia se reunieron para celebrar el gran éxito del festival.
"Gracias, Limóncito, por mostrarme que cada uno de nosotros tiene algo especial que dar" - dijo Manzana con una gran sonrisa.
"Sí, ¡tú hiciste el festival aún mejor!" - añadió Pera.
Limóncito sintió una calidez en su corazón, sabiendo que finalmente había encontrado su lugar en Frutilandia.
A partir de ese día, Limóncito se sintió parte de la familia frutal, y siempre recordó que, aunque era pequeño, su contribución era invaluable. Juntos, aprendieron que las diferencias los hacían únicos y que la amistad era lo que realmente importaba.
Así, en Frutilandia, cada festival era celebrado con amor, alegría y la certeza de que cada fruta tenía su propia chispa especial.
FIN.