El Gran Festival de las Palabras
En un pequeño pueblo llamado Palabraville, donde la diversidad lingüística se celebraba, vivían tres amigos: Tadeo, un chico argentino que hablaba con un acento distintivo; Lina, que venía de España y traía consigo expresiones que maravillaban a todos; y Ravi, un joven de México con una forma de hablar muy particular y llena de modismos. Los tres disfrutaban sus diferencias y a menudo se retaban a aprender palabras nuevas de cada uno.
Un día, se enteraron de que se organizaría un Gran Festival de las Palabras en el pueblo. Había juegos, canciones y un concurso de cuentos. El premio era un trofeo que representaba la diversidad lingüística y cultural. Emocionados, decidieron participar juntos.
"¡Vamos a escribir un cuento que combine nuestras lenguas!" - propuso Tadeo entusiasmado.
"Sí, haremos algo único que muestre la riqueza de nuestros idiomas" - añadió Lina.
"Y al final, todos podremos aprender algo nuevo. ¡Estoy listo!" - exclamó Ravi sonriendo.
Ellos se sentaron en un parque y comenzaron a escribir. Tadeo incorporó algunas palabras en lunfardo, como 'mina' (chica) y 'laburar' (trabajar).
"En mi parte, voy a incluir algunas expresiones de mi familia. Siempre decimos '¡Qué cañon!' cuando algo nos impresiona" - comentó Ravi, escribiendo entusiasmado.
"Y yo agregaré algunas frases típicas españolas. Por ejemplo, decir ‘¡Qué chachi! ’ cuando algo nos gusta" - dijo Lina sin perder la oportunidad.
Mientras escribían, los amigos se dieron cuenta de que sus diferencias los enriquecían. Pero en medio de la emoción, hubo un pequeño desacuerdo.
"No creo que tu palabra, 'cañon', se entienda bien aquí. La gente podría confundirse" - Tadeo expresó, un poco preocupado.
"Cierto, pero también podríamos explicar lo que significa antes de usarla, así aprendemos todos" - respondió Ravi.
"O podríamos usar diferentes palabras cada uno, como un pequeño diccionario al final del cuento" - sugirió Lina.
Tras meditarlo, acordaron la idea del diccionario. Escribieron el cuento y finalmente lo presentaron en el Gran Festival. La historia hablaba de un dragón llamado Pablito, que viajaba por diferentes países, conociendo amigos que hablaban diversas lenguas. Al final del cuento, incluyeron el “Diccionario de Pablito”, donde explicaron las palabras y expresiones en cada idioma.
El día del festival, cuando llegó el momento de presentar su historia, los amigos estaban nerviosos pero emocionados. Al finalizar completamente, recibieron una ovación.
"¡Esto es increíble!" - gritó un niño entre el público.
"Me gustó aprender nuevas palabras; nunca había escuchado 'laburar' antes" - comentó un adulto.
Los tres amigos sonrieron, sabiendo que habían logrado su objetivo. Al final del evento, el jurado entregó el trofeo.
"¡Felicitaciones, chicos! Este trofeo es para ustedes por su creatividad y unión cultural" - dijo uno de los jueces.
"¡Gracias!" - gritaron a la vez, felices.
De regreso a casa, Tadeo, Lina y Ravi reflexionaron sobre lo que habían aprendido.
"Entendí que cada acento y cada expresión tiene su belleza y su historia" - comentó Tadeo.
"Y que compartir nuestras diferencias es lo que nos hace más fuertes" - añadió Lina.
"Así como el dragón Pablito, no importa de dónde venimos, podemos construir un mundo donde cada palabra cuente" - concluyó Ravi.
Desde aquel día, los amigos continuaron escribiendo y compartiendo palabras de sus culturas, demostrando que el verdadero viaje enriquecedor es aquel que hacemos a través del diálogo y la comunicación intercultural.
FIN.