El Gran Festival de las Palabras
En un pequeño pueblo llamado Lingüini, donde las palabras bailaban y los idiomas se entrelazaban, vivía una niña llamada Lía. Ella era una curiosa amante de las palabras y soñaba con ser una gran cuentacuentos. Lía siempre notaba que los amigos de su barrio hablaban de distintas formas: algunos usaban el —"vos" , otros el "tú", y muchos mezclaban expresiones de diferentes lugares del país.
Un día, mientras exploraba el mercado de su pueblo, Lía escuchó a dos ancianos discutir animadamente.
"No, se dice 'papa' con 'a' porque así se pronuncia aquí en el norte" - decía Don Ramón, que venía de Jujuy.
"¡Qué va! Aquí en Buenos Aires decimos 'papa' con 'o'!" - le contestaba Doña Rosa, oriunda de la capital.
Lía, intrigada, se acercó y les preguntó:
"¿Por qué usan palabras diferentes?"
"Las palabras son como las personas, querida. Tienen raíces y llegan a diferentes lugares. Así, cada región tiene su propia manera de hablar y contar historias" - explicó Don Ramón con una sonrisa.
Lía se dio cuenta de que había algo especial en cada variante del idioma. Decide organizar el primer "Gran Festival de las Palabras" del pueblo, donde todos pudieran compartir sus historias.
Durante las semanas siguientes, Lía se dedicó a preparar todo para el festival. Recorrió cada rincón de Lingüini, invitando a sus vecinos a contar sus historias en su forma particular de hablar.
"¡Todos están invitados!" - gritó Lía mientras corría por las calles. Los niños la seguían, emocionados.
El día del festival llegó, y Lía colocó un gran cartel que decía: "Ven a compartir tus palabras". La plaza central se llenó de personas: cada uno traía una historia especial. Había un grupo de abuelos contando chistes en lunfardo, una señora compartiendo recetas tradicionales en un acento del norte, y niños narrando cuentos de hadas en su dialecto local.
De repente, mientras se llevaban a cabo las narraciones, Lía notó que un niño de un pueblo cercano, llamado Tomás, se sentía un poco triste. Se acercó a él.
"¿Por qué estás tan callado?" - le preguntó Lía.
"No sé cómo contar mi historia. Uso palabras que no todos entienden. Soy de un pueblo que habla diferente" - respondió Tomás con un susurro.
"¡Eso es perfecto! Cuéntala de la manera en que tú la entiendas. Aquí todos somos diferentes y queremos escucharte" - animó Lía.
Tomás sonrió y se subió al escenario. Con el corazón más ligero, compartió su historia sobre un dragón que vivía en su montaña, utilizando palabras y frases que todos estaban ansiosos por entender. A medida que hablaba, el público se llenaba de risas y asombro.
Al final del festival, cada persona había compartido algo especial. Lía miró a su alrededor y vio cómo todos estaban unidos por sus diferencias, aprendiendo unos de otros. En ese momento, comprendió que no importaba cómo se hablaba, sino la magia de compartir y escuchar historias.
"¡El próximo año haremos el festival otra vez! Pero esta vez, traeremos historias de todos los rincones del mundo." - anunció Lía con entusiasmo.
Esa idea iluminó los ojos de todos. La diversidad se celebraba en cada rincón de Lingüini, y ese día se llevaron consigo el verdadero significado de la comunicación: el entendimiento y la aceptación. Así nació la tradición del "Gran Festival de las Palabras", donde las variantes del idioma no eran un obstáculo, sino una oportunidad para llenar de colores cada historia que se contaba.
Y desde entonces, Lía continuó soñando y contando historias, recordando siempre que las palabras pueden volar más alto cuando se comparten con amor y respeto.
FIN.