El Gran Festival de los Animales



En el corazón del Bosque Alegre, todos los animales se preparaban para el Gran Festival Anual. Este año, los organizadores decidieron que todo debía ser perfecto y que cada uno debía cumplir su papel a la perfección.

El astuto zorro Rojo fue elegido como el responsable del control del festival. Todos los animales lo respetaban, pero también lo temían un poco porque era muy estricto.

"¡Necesitamos que todo salga bien!", exclamó Rojo emocionado. "Yo me encargaré de que cada uno cumpla su rol a la perfección. ¡No hay tiempo para errores!"

La tortuga Tina, que era la encargada de las carreras, se sentía algo presionada.

"Pero Rojo, lo mejor de las carreras es divertirse, ¿no?" -dijo Tina cuestionando al zorro.

"¡Divertirse no hace que ganemos el primer lugar!", respondió Rojo, un poco enojado.

A medida que pasaron los días, los preparativos se intensificaron. La ardilla Estela se encargaba de las decoraciones y no podía disfrutar de su trabajo por la presión de Rojo.

"¡Todo debe estar colgado perfectamente!", decía Rojo de un lado a otro, haciendo que Estela se sintiera más nerviosa.

"Pero, ¿y si un hilo no está igual que el otro?", se preguntó Estela.

"Eso no es aceptable. ¡Debemos ser perfectos!", insistió Rojo.

El día del festival llegó. Todos estaban muy emocionados, pero Rojo seguía vigilándolos estrechamente. El rally de la tortuga, el espectáculo de los pájaros y la danza de los ciervos empezaron con mucho entusiasmo. Sin embargo, un grupo de pájaros no pudo seguir el guion que Rojo había indicado.

"¡Error! ¡No lo están haciendo bien!", gritó Rojo.

Pero justo en ese momento, una joven ave llamada Lila, decidió improvisar.

"¿No sería mejor si bailamos como queremos?", sugirió ella.

Los otros pájaros la siguieron, y comenzaron a moverse al ritmo de la música natural del bosque. Sorprendentemente, el público aplaudía y reía.

Todo el mundo comenzó a disfrutar de la improvisación, incluso la tortuga Tina se sintió inspirada y decidió hacer lo mismo.

"Si hacemos lo que realmente amamos, quizás así lo disfrutemos más," dijo Tina.

Rojo observaba, confundido.

"Pero, eso no estaba en el plan..." murmuró.

La danza de los ciervos también comenzó a cambiar, y pronto todo el festival se volvió un espectáculo de colores, risas y espontaneidad.

Rojo no sabía si sentirse enfadado o impresionado.

Al final de la jornada, el zorro se dio cuenta de que la presión y el control no hacían felices a los demás ni a él mismo. Disfrutó de ver a todos divertirse y expresó:

"Me di cuenta de que, quizás, no siempre hay que seguir un guion. ¡La diversión y la creatividad son igual de importantes!"

"¡Bravo por la espontaneidad!", gritó Estela, alzando sus manos.

"Y gracias a la osadía de Lila, el festival fue un éxito", agregó Tina emocionada.

Desde ese día, Rojo se comprometió a organizar un festival del que todos disfrutaran, sin tanta presión. El control era importante, pero lo que realmente importaba era la alegría y la unión entre los amigos.

Y así, en el Bosque Alegre, cada año celebraban el Gran Festival, donde cada animal tenía la libertad de ser creativo y divertirse.

FIN.

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