El gran festival de los colores



Había una vez en el pequeño pueblo de Arcoiris, un lugar donde todos los colores del mundo vivían en armonía. En este pintoresco pueblo, los habitantes eran títeres hechos de diversos colores, cada uno con su personalidad única. Había Rosita, la títere roja, que era muy enérgica y siempre estaba llena de entusiasmo. Luego estaba Azulejo, la títere azul, quien era serena y amante de la tranquilidad. También estaba Limón, la títere amarilla, conocida por su alegría contagiosa, y así sucesivamente hasta completar una diversa población de títeres coloridos.

Un día, los títeres decidieron organizar un gran festival para celebrar la diversidad de colores en su pueblo. Todos estaban emocionados por el evento, y cada uno se dispuso a contribuir de una manera especial. Rosita propuso decorar el escenario con hermosas flores rojas, mientras que Azulejo sugirió colgar guirnaldas azules para crear una atmósfera tranquila y relajante. Limón ofreció traer deliciosos postres amarillos que alegrarían el corazón de todos, y así sucesivamente con los demás colores, cada uno aportaba su granito de arena.

El día del festival finalmente llegó, y todo el pueblo de Arcoiris se reunió para disfrutar del espectáculo. Había bandas musicales de todos los estilos, exhibiciones de arte colorido y deliciosa comida de cada tonalidad. Los títeres bailaban y reían juntos, maravillándose con la belleza de los colores que los rodeaban. De repente, un misterioso problema surgió: el sol comenzó a desaparecer y el cielo se volvió oscuro. Todos los colores en el pueblo empezaron a perder su brillo, y la alegría se convirtió en preocupación.

En ese momento de incertidumbre, los títeres decidieron unirse y combinarse formando una cadena de colores, entrelazándose unos con otros. Rosita tomó la mano de Azulejo, Azulejo tomó la mano de Limón, y así sucesivamente, formando un hermoso arcoíris humano. Al unirse, los colores descubrieron que juntos podían crear la luz y el brillo que necesitaban, sin depender exclusivamente del sol.

Finalmente, el sol reapareció en el cielo, y el pueblo de Arcoiris brilló con una luz aún más hermosa y brillante que antes. Los títeres aprendieron que la verdadera magia estaba en la diversidad y en la unión de colores. Desde ese día, el festival se convirtió en una tradición anual donde todos los colores bailaban unidos, demostrando que juntos formaban un arcoíris perfecto.

FIN.

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