El Gran Festival de los Monstruos Amigables



Era un día soleado en el pueblo de Los Sueños, un lugar donde los niños jugaban alegres en la plaza y los monstruos vivían en la colina. La amistad entre ellos era conocida por todos, pero un gran evento se acercaba: el Festival de los Monstruos Amigables. Todos esperaban este festival con ansias, pues era la ocasión perfecta para celebrar su unión y compartir momentos divertidos.

Los monstruos eran diversos: había un monstruo animal y gigante llamado Rolo, una criatura escamosa y chiquitita llamada Lila, y un grupo de monstruos luminosos que siempre brillaban como estrellas. Para los niños, cada uno de ellos era especial y único, y ya estaban pensando en cómo hacer del festival un día inolvidable.

- “¡Este año haremos una competencia de disfraces! ” - dijo Tomás, un niño de cabello rizado.

- “¡Sí! Y que el monstruo que gane se quede con el Gran Trofeo de la Amistad,” - propuso Valentina, una niña con trenzas.

- “¡Qué buena idea! ”, - exclamó Rolo, que siempre había querido ser el más bonito en las fiestas.

Los preparativos comenzaron. Los niños y los monstruos se unieron en equipos. Cada uno trabajaba en su disfraz: los niños les hacían trajes a los monstruos y viceversa. Lila decidió disfrazarse de mariposa, usando flores y brillantes que traían las niñas. Por su parte, los niños inventaron un disfraz de dragón para Rolo, llenándolo de escamas dulces y brillantes.

Sin embargo, a medida que se acercaba el festival, una sombra cubrió la colina. Un nuevo monstruo llegó a Los Sueños, y no era como los demás: era pálido, torpe y tenía unos grandes cuernos que asustaban a todos. Se llamaba Grom y estaba triste.

- “¿Por qué estás tan triste? ”, - le preguntó Valentina.

- “No tengo amigos. No sé cómo jugar ni disfrazarme. Todos me tienen miedo,” - respondió Grom, con su voz temblorosa.

Los niños miraron entre ellos. Algunos querían correr, pero Valentina fue valiente. - “No te preocupes, Grom. ¡Podés ser parte de nuestro equipo! Vamos a hacer que te sientas feliz.”

Rolo dio un paso adelante. - “¡Sí! Todos merecen tener amigos. Vení con nosotros. Te enseñaremos a disfrazarte.”

La propuesta de los niños tomó a Grom por sorpresa, pero decidió aceptar. Durante los días previos al festival, los niños le enseñaron a jugar, a saltar y a bailar. Grom empezó a reír, y poco a poco, dejó de ser el monstruo temido. Con el tiempo, se hizo fuerte y entusiasta, y hasta ayudó a los demás a preparar el gran evento.

El día del festival, la plaza de Los Sueños se llenó de risas y colores. Todos los monstruos y niños lucían sus disfraces. La competencia de disfraces comenzó, pero en vez de elegir a un ganador, los jurados decidieron premiar la creatividad y la amistad. El gran trofeo fue otorgado a todos juntos, destacando lo maravillosamente que habían trabajado en equipo.

Grom, que estaba muy nervioso, se presentó con un disfraz de arcoíris con colores que brillaban. Cuando llegó su turno al escenario, todos lo aplaudieron y lo animaron.

- “¡Bravo, Grom! ¡Sos parte de nosotros ahora! ” - gritaron.

Esa noche, después de muchas historias y risas junto a una fogata, Grom se dio cuenta de algo importante. - “No son los disfraces lo que importa, sino la amistad que hemos construido. Nunca había tenido amigos de verdad.”

Desde ese día, Grom se convirtió en un miembro querido de la comunidad. El Festival de los Monstruos Amigables siguió celebrándose cada año, recordando que la verdadera magia está en la amistad y en aceptar a los demás tal como son. Y así, entre risas y bailes, aprendieron a celebrar no solo el festival, sino la unión que habían creado.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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