El Gran Festival de los Sustos



Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Risas, donde habitaban criaturas mágicas que se dedicaban a alegrar la vida de todos sus habitantes. Aunque el lugar era conocido por su ambiente festivo, había una leyenda que daba un poco de miedo: la leyenda de los Finaderos, criaturas que robaban la alegría. Un día, en la plaza del pueblo, los habitantes se preparaban para el Gran Festival de los Sustos. Todos estaban emocionados, pero había un pequeño dragón llamado Susto que se sentía muy confundido.

-Susto, ¿por qué estás tan callado? -preguntó Lila, la hada risueña.

-No sé si el festival va a ser divertido. Escuché que hay Finaderos que vienen a robar la alegría -respondió Susto, mirando al suelo.

-Si llegaran a aparecer, nosotros los asustaremos a ellos -dijo Tico, el duende aventurero, haciendo una pose de héroe.

-Bueno, no sé. Tal vez ellos sean más fuertes -suspiró Susto.

Los amigos intentaron convencerlo de que no había nada de qué preocuparse, pero Susto seguía dudando. A pesar de eso, el festival comenzó con juegos, danzas y comida deliciosa. Todos se estaban divirtiendo, pero a Susto le preocupaba que los Finaderos aparecieran.

De repente, una sombra oscura cubrió la plaza y los colores del festival comenzaron a apagarse.

-¡Miren! -gritó Lila,- ¡Los Finaderos han llegado!

Los Finaderos eran criaturas fofas, de aspecto desgarbado pero con grandes sonrisas.

-¡Muajaja! -dijo el líder de los Finaderos, un personaje de pelaje rizado llamado Fini- ¡Estamos aquí para llevarnos su diversión!

Todos se asustaron, pero Susto recordó lo que Tico había dicho. Miró a sus amigos y dijo:

-¡No! No podemos dejarles llevarse nuestra alegría.

Entonces Susto se acercó a los Finaderos con valentía.

-¿Por qué quieren robar nuestra alegría? -preguntó.

-Finaderos siempre han sido malentendidos -dijo Fini con un tono melancólico.

-¡No queremos ser así! -añadió otro Finadero llamado Firu.

-Entonces, ¿por qué no celebramos juntos? -propuso Susto.

Los Finaderos se miraron entre sí, dubitativos.

-¿De verdad crees que podríamos divertirnos? -preguntó Fini.

-Sí, ¡claro! Cada uno puede aportar su propia alegría. Ustedes pueden ser la sorpresa del festival -dijo Susto, sonriendo ampliamente.

Los Finaderos miraron a Susto y sintieron algo diferente.

-Está bien, ¿qué debemos hacer? -preguntó Firu, comenzando a iluminarse.

-Conviértanse en parte de la fiesta, ¡ustedes pueden crear juegos espeluznantes que nos asusten pero con risas! -dijo Lila.

Poco a poco, los Finaderos empezaron a participar, creando juegos divertidos como hide and seek en la oscuridad, pero siempre manteniendo las risas al frente. La plaza fue iluminándose de nuevo con risas y colores.

Al final de la noche, todos los habitantes, junto a los Finaderos, brindaron en conjunto.

-¡Qué maravilloso festival! -exclamó Tico -¡Nadie se asustó!

-¡Y todos aprendimos algo! -añadió Susto.

-¡Sí! -dijeron los Finaderos,- No tengan miedo de lo desconocido, siempre hay algo lindo por descubrir.

Y así, el Gran Festival de los Sustos terminó convirtiéndose en una gran celebración de unidad y alegría, donde todos aprendieron que incluso las cosas que pueden parecer aterradoras pueden tener un lado brillante. Desde ese día, Susto se volvió el dragón más valiente del pueblo, y los Finaderos, ahora como amigos, permanecieron en Risas, llenando el lugar de risas y juegos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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