El Gran Festival de Números Cuadrados
En un pequeño pueblo llamado Númeropolis, vivían números de todo tipo. Tenían una gran variedad de formas y tamaños, pero había un grupo especial: los números cuadrados. Cada uno de ellos estaba muy orgulloso de su forma, que era igual en ambos lados. Los números cuadrados eran 1, 4, 9, 16, 25 y así sucesivamente, hasta llegar a 100.
Un día, la alcaldesa del pueblo, la señora Suma, anunció un gran evento para celebrar los atributos especiales de cada número. "Hoy será el Gran Festival de Números Cuadrados!", anunció con entusiasmo. "Habrá juegos, competencias y muchas sorpresas. ¡Vengan a celebrar!"
Todos los números estaban emocionados, pero los números cuadrados se sentían aún más especiales. Se preparaban para dar lo mejor de sí mismos en el festival.
"Yo soy el número 4 y tengo dos lados de 2", dijo el número cuadrado 4, haciendo un gesto con sus esquinas.
"Y yo soy el 9, tengo tres lados de 3", se unió el número 9, moviéndose de un lado a otro, con un brillo en sus formas.
Cada uno de ellos tenía su propia danza y su propio canto, y juntos, formaron un espectáculo que sorprendió a todos los habitantes de Númeropolis.
Sin embargo, a medida que avanzaba el día, surgió un problema. La señora Suma anunció:
"Queridos números, ha llegado la hora de la gran competencia de baile. Pero esta vez, los números cuadrados deben bailar junto a los números no cuadrados!"
Los números no cuadrados eran inseguros y un poco tímidos, como el 2, el 3 y el 5, que miraban desde lejos.
"¿Bailar con ellos? No sé si podemos hacer eso", murmuró el número 2, moviendo su forma inquieto.
"Nosotros no somos tan especiales como ellos", agregó el número 3.
Pero el número 4, que siempre había sido un número cuadrado entusiasta, decidió actuar. "¡No podemos dejar que esto nos frene!", gritó. "¡Vamos a bailar juntos! Todos los números tienen algo especial que compartir. ¡Lo importante es disfrutar!"
Con un poco de convicción, los números cuadrados se acercaron a los números no cuadrados. "¿Quieren unirse a nosotros? Haremos una danza que combine nuestras formas", propuso el número 9, sonriendo ampliamente.
Poco a poco, los números no cuadrados aceptaron la invitación. Al principio dudaron, pero pronto la música comenzó a sonar, y todos, cuadrados y no cuadrados, comenzaron a moverse al ritmo. El número 4 y el número 2, que eran amigos desde hace tiempo, se coordinaron perfectamente, y el número 9 realizó un giro sorprendente junto al número 3.
Los habitantes de Númeropolis empezaron a aplaudir y reírse, disfrutando de la danza. Era un espectáculo colorido que mostraba la unión de todos los números, celebrando cada forma y cada peculiaridad.
Al final del día, la señora Suma subió al escenario junto a los números.
"Hoy hemos aprendido algo muy valioso: todos los números, sean cuadrados o no, tienen su propia belleza y valor", dijo con una sonrisa.
"La unión de las diferencias nos hace más fuertes y divertidos", añadió el número 25, haciendo una reverencia.
Los números se sintieron llenos de alegría y satisfacción. Pudieron ver que no importaba si eran cuadrados o no, lo que realmente contaba era cómo podían trabajar juntos y disfrutar de la diversidad.
Desde entonces, en Númeropolis, se celebró el festival no solo para los números cuadrados, sino también para todos los números juntos. La próxima vez, todos los números sabían que, sin importar su forma, eran parte del gran pueblo de Númeropolis, donde cada uno tenía su lugar especial. Y así, Númeropolis vivió feliz y unido, uniendo sus formas y valores con alegría y armonía.
FIN.