El Gran Festival de Sabor y Color



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Saborcito, donde los días transcurrían tranquilos y llenos de alegría. Cada año, los habitantes celebraban el Gran Festival de Sabor y Color, un evento donde todos traían sus alimentos favoritos para compartir y disfrutar. Este año, un grupo de amigos decidió participar con ideas muy creativas.

Entre ellos estaban Quico, un ratón amante del queso; Frida, una colorida cotorra que adoraba la fruta; Cholo, un tierno y carismático choclo; y Dibu, un pequeño artista que amaba hacer dibujos con todo lo que encontraba.

"¡Vamos a hacer algo increíble para el festival!", propuso Dibu.

"¡Sí! Yo puedo traer muchos quesos de diferentes tipos!", dijo Quico emocionado.

"Yo llevaré las frutas más frescas y ricas de la temporada", agregó Frida.

"Y yo, llevaré el mejor choclo del campo. ¡Se va a lucir!", exclamó Cholo.

Así, comenzaron a planear su participación. Dibu decidió que cada alimento tendría un dibujo especial que lo representara y que juntos formarían un gran mural que mostrarían en el festival. No querían solo compartir comida, sino también arte y color.

Los días pasaron y los amigos se juntaban para trabajar en su proyecto. Dibu dibujaba grandes ilustraciones que representaban a cada uno. El queso de Quico parecía brillar y el color de las frutas de Frida era tan vibrante que hacía que sus dibujos se vieran casi reales. Cholo, el choclo, decidió ayudar pintando su mazorca con colores que reflejaban la alegría del campo.

Un día, mientras trabajaban, llegó la noticia de que un grupo de niños del pueblo vecino querrían venir al festival, pero estaban tristes porque no podían llevar comida.

"¿Qué hacemos?", preguntó Frida preocupada.

"No podemos dejarlos fuera de la fiesta", dijo Cholo.

"¡Ya sé!", exclamó Dibu. "¿Por qué no compartimos lo que hemos preparado con ellos?"

Todos estuvieron de acuerdo. Así que, en lugar de solo preparar su mural, decidieron recoger un poco más de queso, fruta y choclo para compartirlo con los niños.

El día del festival llegó. El sol brillaba y el aire estaba lleno de risas y melodías. Cuando los niños del pueblo vecino llegaron, se sintieron muy felices al ver el mural lleno de color y el delicioso aroma de la comida.

"Gracias por compartir con nosotros", dijo uno de los niños.

"¡Sí! Nos encanta el queso, la fruta y el choclo!", exclamaron los demás.

"La comida se disfruta mucho más si se comparte", explicó Quico con una gran sonrisa.

Con el mural de Dibu como telón de fondo, todos comenzaron a cantar, bailar y disfrutar de la comida. Había quesos de todos los tipos, frutas frescas y jugosas, y el sabroso choclo, preparado de diversas maneras.

La alegría se multiplicó y todos los niños, tanto los del pueblo de Saborcito como los del vecino, compartieron risas, historias y un montón de sorpresas. Todo el amor y el esfuerzo de Quico, Frida, Cholo y Dibu habían dado lugar a una fiesta inolvidable.

Al final del día, Dibu dibujó una gran foto del festival, donde todos sonreían y disfrutaban.

"Esto es sólo el comienzo. El próximo año, ¡lo haremos todavía más grande!", dijo Dibu.

Y así, con el corazón lleno de satisfacción, los amigos entendieron que no hay mejor sabor que el de la amistad y la generosidad, y que compartir lo que uno tiene siempre trae color a la vida.

Desde aquel festival, cada año, Saborcito se llenaba de nuevos cuentos y aventuras entre amigos, donde la comida y el arte se lanzaban de la mano, llenando el pueblo de risas, amor y colores.

Los amigos siguieron creando, dibujando y, sobre todo, compartiendo, haciendo que el Gran Festival de Sabor y Color se convirtiera en una hermosa tradición que unía a todos los pueblos cercanos. Así fue como Quico, Frida, Cholo y Dibu enseñaron que la verdadera alegría está en dar y conectar con los demás.

FIN.

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