El Gran Festival de Sumas



En un pequeño pueblo llamado Numeria, todos los años se celebraba el Gran Festival de Sumas. Este año, los habitantes estaban muy emocionados porque el evento prometía ser aún mejor que el anterior. La reina del festival era una carismática niña llamada Lía, quien era conocida por ser una excelente matemática.

Un día, mientras Lía preparaba su discurso de apertura para el festival, escuchó un gran alboroto fuera de su casa. Intrigada, salió y vio a su amigo Tomi, un pequeño duende de la aritmética, que corría de un lado a otro con una expresión preocupada.

"¡Lía, Lía!" - gritó Tomi, sin aliento. "Hay un problema. El Gran Dragon Suma se ha perdido y sin él, no podemos celebrar el festival."

Lía se quedó boquiabierta. "Pero, Tomi, ¿cómo vamos a encontrarlo?"

"Dicen que él vive en el Bosque de los Números, pero sólo se aparece cuando hay un verdadero desafío matemático que resolver." - explicó Tomi.

Así que decidieron emprender un viaje al Bosque de los Números. Mientras caminaban, Lía comenzó a pensar en cómo podrían atraer al Gran Dragon Suma. "Tal vez deberíamos resolver algunos problemas de suma en el camino. Si logramos sumar un montón de números, quizás eso llame su atención." - sugirió.

Con un gran espíritu de aventura, comenzaron a sumar todo lo que veían en el camino. "¿Qué te parece si comenzamos con las flores?" - dijo Lía. "Mira, hay cuatro tulipanes y tres margaritas. ¿Cuántas flores hay en total?"

"Siete flores en total" - respondió Tomi, entusiasmado. "¡Esto es divertido!"

Continuaron su camino y encontraron un grupo de animales jugando en el arroyo. "¡Hey, ustedes!" - les llamó Lía. "Si juntamos seis patos y cinco ranas, ¿cuántos amigos tenemos?"

"¡Once!" - exclamaron los animales, riendo y aplaudiendo.

Mientras seguían sumando, se dieron cuenta de que cada vez que lo hacían, el bosque parecía cobrar vida. Los árboles empezaron a moverse suavemente como si bailaran al compás de sus sumas, y los pájaros cantaban alegres melodías que parecían seguir el ritmo de sus cálculos.

Pero de repente, se encontraron con un obstáculo; el acceso al corazón del bosque estaba bloqueado por un enorme río. En la orilla, había un viejo sabio, un búho llamado Don Sumo.

"Si quieren cruzar, deben responder Correctamente a la Pregunta del Sumo." - dijo el búho con voz profunda.

- “¿Cuál es la pregunta? ” - inquirió Lía.

- “Si tengo siete manzanas y me das tres, ¿cuántas manzanas me quedarán? ” - preguntó Don Sumo, sus ojos centelleando con sabiduría.

Lía y Tomi se miraron. "¡Es fácil!" - dijo Tomi. "Siete menos tres hacen cuatro. ¡Cuatro manzanas!" - ¡Dijo con confianza.

"No se trata de restar, querido duende, se trata de sumar" - aclaró Don Sumo. - “¿Cuántas manzanas tendrás en total si te quedas con las que te doy?"

- “Ahhh... ¡Diez! ” - exclamó Lía. La luz del sol brilló intensamente y el río comenzó a brillar con un camino dorado que los llevó al otro lado.

Ahora, estaban más cerca del Gran Dragon Suma. De pronto, un gran destello de luz apareció en el cielo.

"¡¿Qué es eso? !" - gritó Tomi emocionado.

De entre los árboles, emergió un magnífico dragón de colores brillantes, con escamas que brillaban como cifras en una pizarra. "¿Quiénes son ustedes, valientes aventureros?" - preguntó el Gran Dragon Suma, sonriendo.

"¡somos Lía y Tomi! Venimos a buscarte para que nos ayudes a celebrar el Gran Festival de Sumas" - dijo Lía, con la voz llena de alegría.

El Dragón Suma movió su cola con confianza. "He estado observando su recorrido y sus asombrosas sumas. ¡Ustedes son dignos! Vamos a celebrar juntos."

Tomi, emocionado, agregó: "¡Pero primero, ¿podría enseñarnos un truco mágico de sumas?"

El Gran Dragon Suma sonrió y dijo: "¡Claro que sí! La suma no es solo cuantitativa, sino también cualitativa. Cuando sumamos, creamos, compartimos y multiplicamos la diversión. Vean esto…"

Y el Dragón hizo un giro en el aire, dejando caer trozos de luz que se convertían en números reales. - “¡Cada número que ven es una suma de algo bello!"

Lía y Tomi observaron asombrados mientras los números danzaban a su alrededor, creando formas coloridas en el aire.

Finalmente, el Gran Dragon Suma los llevó de regreso al pueblo, donde todos los habitantes esperaban emocionados.

"¡Hoy aprenderán que sumar es crear un mundo de posibilidades!" - proclamó el Dragón, brillando intensamente.

El festival fue un éxito rotundo. Los niños aprendieron a sumar, no solo números, sino también risas, sueños y aventuras. Y así, desde aquel día, en Numeria, siempre se celebró la suma de todas las cosas buenas de la vida.

Y cada vez que Lía y Tomi sumaban algo nuevo o rescataban un momento especial, se sentían más unidos, porque habían aprendido que lo que realmente importa es compartir los números y crear juntos un mundo mejor.

FIN.

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