El Gran Festival de Talentos



En la ciudad de Solaris, todos los años se celebraba el Gran Festival de Talentos, un evento donde niños y niñas mostraban sus habilidades. Este año, la emoción estaba por las nubes, ya que todos podían hacer lo que más les gustara, sin importar si era "de chicos" o "de chicas".

Entre los participantes estaban Tomás y Martina, dos amigos inseparables. Tomás adoraba jugar al fútbol y Martina disfrutaba pintando. Un día, mientras discutían sobre qué presentar en el festival, se miraron y se dijeron:

"¿Y si hacemos algo juntos?" - propuso Martina.

"¡Sí! Pero, ¿qué hacemos?" - respondió Tomás entusiasmado.

Los dos decidieron crear una obra con el tema de la diversidad. Tomás llevaría algunos balones de fútbol y Martina pintaría un gran mural que representara a niños y niñas jugando juntos, sin importar lo que hicieran. Juntos se pusieron a trabajar.

Mientras tanto, Lina, otra compañera de clase, estaba practicando una receta de su abuela para participar en el festival de cocina. Siempre había escuchado que la cocina era cosa de chicas, pero ella quería demostrar que también los chicos podían ser grandes chefs. Con un toque de valentía, se acercó a Tomás y Martina:

"¡Hola! ¿Puedo unirme a ustedes? Quiero hacer unos platillos para que todos puedan disfrutar. Sería divertido compartirlo."

"¡Por supuesto!" - exclamó Martina con una sonrisa. "Cuantos más, mejor. ¡Hagamos un stand!" - añadió Tomás emocionado.

Así, los tres amigos se pusieron manos a la obra. Mientras preparaban las recetas, también pintaban el mural y jugaban entre ellos al fútbol. Al poco tiempo, llegó Simón, un niño que siempre había sentido que las ciencias eran solo para los “genios”. Pero un día decidió que no dejaría que eso lo detuviera.

"Hola, puede que no tenga idea de cocina o pintura, pero quiero mostrar unas experimentos divertidos, como hacer volcán!" - dijo entusiasmado.

"¡Vení! Nuestra sección se llamará ‘El Talento Sin Fronteras’" - propuso Lina con gesto de entusiasmo.

Así, los cuatro amigos comenzaron a planear lo que serían sus actividades: el fútbol, pinturas, platillos deliciosos y experimentos. Todos los días después de clase, se reunían y practicaban, creando un gran ambiente de amistad y colaboración.

El día del festival llegó, y la plaza estaba repleta de risas y música. Puestos de cocina, pintura y experimentos llenaban el lugar. Cuando llegó su turno, Tomás, Martina, Lina y Simón se presentaron juntos.

"¡Nosotros somos el equipo Talentoso!" - gritó Tomás, mientras los demás sonreían. "Hoy mostramos que todos pueden hacer lo que les guste, sin importar lo que digan los demás. ¡A disfrutar!" - agregó Martina, señalando su mural.

Cada uno presentó su actividad con entusiasmo. Tomás organizó un mini torneo de fútbol donde todos podían participar, Lina hizo participar a los más pequeños en la cocina, mientras simon sorprendía con sus experimentos, y Martina alegraba el ambiente con su mural, invitando a los chicos a pintar junto a ella.

Al final del día, la plaza se llenó de alegría y risas.

"No puedo creer que hayamos logrado unir todas nuestras pasiones, ¡fue increíble!" - dijo Simón mientras disfrutaba de un bocadillo preparado por Lina.

"Yo nunca pensé en hacer esto. ¡Quiero hacer un mural con mis amigos siempre!" - comentó Martina, sonriendo.

El festival fue un éxito y los niños aprendieron que no había límites para sus talentos, sin importar si eran chicos o chicas. Todos podían ser lo que quisieran.

Desde ese día, en Solaris, no solo se celebró el Gran Festival de Talentos, sino que también se promovió la idea de que las diferencias solo enriquecen la unión, y que cada niño y niña tenía su propio lugar en el mundo, sin etiquetas ni estereotipos. ¡Y así, el talento se volvió un sinónimo de unión y amistad en la hermosa ciudad de Solaris!

FIN.

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