El Gran Festival del Delta
En el corazón del delta del Tigre, donde el cielo se encuentra con el agua, vivían un grupo de animales muy especiales. Había una sabia tortuga llamada Tula, un alegre loro llamado Lolo, una audaz carpincho llamada Carla y un pequeño pez llamado Tico. Ellos eran los mejores amigos y compartían su amor por la naturaleza.
Un día, mientras exploraban la selva, Tula llamó a su grupo. "¡Amigos! He tenido una idea brillante. ¿Y si hacemos un festival para celebrar nuestro maravilloso hogar y cuidar de él?"
Lolo, emocionado, aplaudió sus alas. "¡Eso suena genial! Pero, ¿cómo lo haremos?"
Carla, siempre lista para la acción, propuso: "Podríamos invitar a todos los animales del delta, hacer juegos, contar historias y enseñarles sobre la importancia de cuidar el medio ambiente."
Tico burbujeó desde el agua. "Sí, y podríamos hacer carteles para que la gente también aprenda sobre nuestros hogares acuáticos."
Con gran entusiasmo, comenzaron a preparar el festival. Todos los días, los amigos se reunían para trabajar en su plan. Lolo se encargaba de hacer volar cintas de colores entre los árboles, Tula elaboraba carteles con instrucciones sobre el reciclaje, Carla organizaba juegos de carreras y Tico ayudaba a crear un puente de troncos para que todos pudieran cruzar las diferentes islas.
El día del festival llegó y el delta estaba lleno de animales de todos tamaños. "¡Bienvenidos!" - gritó Carla emocionada. Todos los animales aplaudieron.
La primera actividad era el juego de la "Basura No Gracias", donde los animales debían recoger desechos del suelo. Tula explicaba "Cada vez que reciclamos, ayudamos a que nuestro delta se mantenga limpio y hermoso."
Los más pequeños aprendieron rápidamente, mientras los mayores les recordaban la importancia del cuidado del agua.
Luego llegó el momento de contar historias. Lolo, con su voz melodiosa, narró la leyenda del río que nunca se detiene. "Este río nos da vida. Si cuidamos de él, siempre nos dará alegría y sustento."
La audiencia lo miraba fascinada. Sin embargo, en medio de la emoción, apareció un grupo de humanos que no conocían el Festival del Delta. Habían traído su barco, sin saber lo que estaba sucediendo.
Poco a poco, empezaron a arrojar basura al agua.
"¡Oigan!" - gritó Tico, preocupado. "¿Qué están haciendo? ¡Eso es muy malo para nuestro hogar!"
Los humanos se miraron sorprendidos.
"Pero, no sabíamos..." - respondió uno de ellos, un niño llamado Tomás.
Tula se acercó con calma. "Si nos ayudan a cuidar el delta, todos podremos disfrutar y vivir mejor."
Tomás miró a sus amigos y asintió. "¡Claro! Vamos a aprender a cuidar la naturaleza."
Con la ayuda de Tomás y su grupo, los animales organizaron rápidamente una nueva actividad. Todos juntos comenzaron a recoger la basura del río.
"Miren, como esta botella de plástico, tarde o temprano podría lastimar a un pez como Tico", decía Lolo mientras ayudaba a hacer una bolsa con desechos reciclables.
Así, uno a uno, los humanos fueron entendiendo el valor del delta y cómo podían ayudar.
Al final del día, el festival fue un éxito. Todos aprendieron que cuidar el medio ambiente era tarea de todos, y que cada pequeño gesto cuenta.
"Gracias, amigos, por enseñarnos a cuidar nuestro entorno" - dijo Tomás con una gran sonrisa.
"¡El año que viene, haremos el festival de nuevo!" - gritó Carla.
Y así, tanto animales como humanos se despidieron, prometiendo volver a reunirse para celebrar su hogar y protegerlo juntos. El delta del Tigre brilló aquella tarde, un lugar donde todos aprendieron a vivir en armonía y respeto.
Desde entonces, cada vez que los animales se reunían, recordaban aquel gran festival y el vínculo que crearon con los humanos. Al igual que un río que fluye, la amistad y el compromiso por cuidar su entorno nunca se detendría.
FIN.