El Gran Gol de Pablo y David



Era un día soleado en el barrio de Villa del Parque, y los amigos Pablo y David estaban ansiosos por jugar al fútbol. Habían encontrado un balón viejo en el parque y decidieron jugar en la calle. La emoción los invadía mientras se pasaban la pelota entre risas y gritos de alegría. Sin embargo, no se dieron cuenta de que estaban demasiado cerca de un carro brillante que estaba estacionado junto a la acera.

"¡Pablo, mirá! Esa pared sirve de arco. ¡Voy a hacer el mejor gol del día!" - exclamó David, apuntando al espacio entre el carro y la pared.

"¡Dale, dispará!" - le respondió Pablo, corriendo a la defensa como un arquero de verdad.

Con un gran impulso, David pateó el balón, que voló directo hacia el carro. Con un aterrador 'bang', el balón golpeó el espejo retrovisor, haciéndolo temblar y caer al suelo.

"¡Nooo! ¿Qué hicimos?" - gritó Pablo, sus ojos se abrieron como platos.

Al escuchar el ruido, un hombre salió de su casa y miró lo que había sucedido. Era don Ricardo, el dueño del carro.

"¿Qué pasó aquí, chicos?" - preguntó don Ricardo, frunciendo el ceño.

"Fue un accidente, don Ricardo. No lo quisimos hacer, de verdad. Fue la emoción del juego..." - explicó David, un poco asustado.

Don Ricardo suspiró, miró el espejo roto y se agachó para recogerlo.

"Chicos, entiendo que estaban jugando, pero tienen que ser más cuidadosos. Este carro es muy importante para mí. Sin él, me cuesta mucho ir a trabajar."

Pablo se sintió mal y dijo:

"Lo sentimos, don Ricardo. No era nuestra intención. ¿Podemos hacer algo para ayudar?"

"Bueno, el espejo no se puede arreglar solo. Pero lo que pueden hacer es aprender de esto. Deberían buscar un lugar más adecuado para jugar al fútbol, lejos de las cosas que pueden romper" - dijo don Ricardo, con una sonrisa amable.

"Sí, tenés razón. Buscaremos otro lugar. No queríamos causarte problemas, don Ricardo" - respondió David, aún preocupado.

"Además, podrían ofrecerse a ayudarme mañana para limpiar el taller. Así podrían aprender un par de cosas sobre autos" - añadió don Ricardo con una mirada comprensiva.

Pablo y David se miraron, sorprendidos, pero también emocionados. ¡Era una gran oportunidad para aprender!"¡Sí! Claro, nos encantaría ayudarte, don Ricardo" - dijeron al unísono.

Al día siguiente, llegaron muy temprano, listos para ayudar. Don Ricardo les enseñó sobre las partes del auto, cómo funcionaban e incluso les mostró algunas herramientas. Mientras trabajaban, los chicos aprendieron la importancia de ser responsables y cuidar lo que les rodeaba.

"Nunca pensé que ayudar a arreglar un auto sería tan divertido" - dijo Pablo, mientras pintaban una parte del carro.

"Sí, y gracias a esto, ahora sabemos que hay que jugar en el parque o en la cancha, no en la calle" - agregó David.

Cuando terminaron, don Ricardo les agradeció con un gran abrazo y les prometió llevarlos a jugar al fútbol en la cancha siempre que quisieran.

Desde ese día, Pablo y David no solo se convirtieron en los mejores amigos de don Ricardo, sino que también aprendieron una valiosa lección sobre responsabilidad y amistad. Y así, el fútbol se transformó en un juego aún más divertido cuando jugaban en los lugares adecuados, sabiendo que siempre habría espacio para aprender y crecer juntos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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