El Gran Guardián de los Andes
Érase una vez, en las alturas mágicas de los Andes peruanos, un majestuoso nevado llamado Huascarán. Su cima brillaba como un diamante bajo el sol, y su hielo eterno era hogar de muchas criaturas. Era considerado el Gran Guardián de la montaña, un lugar que cuidaba a todos los habitantes del valle.
Un día, una joven cabañita llamada Lila, que vivía en la base de la montaña, decidió que quería conocer a Huascarán. Siempre escuchaba a su abuela contar historias sobre el nevado y cómo valuaba la naturaleza y la vida en el valle.
"¡Quiero saber si realmente tiene ojos!", dijo Lila con curiosidad.
"Cuidado, pequeña, no te acerques demasiado sin preparación. Huascarán es un lugar poderoso", le respondió su abuela.
Pero Lila era valiente. Así que un día, después de preparar su mochila con algo de comida y agua, comenzó su aventura hacia el alto nevado. En el camino, se topó con un curioso zorro.
"¡Hola! Soy Zuri, el zorro de los Andes. ¿Adónde vas tan decidida?" preguntó el zorro.
"¡Voy a conocer a Huascarán! Dicen que puede hablar y tiene ojos que ven todo", respondió Lila emocionada.
"¿Te gustaría que te acompañe?", propuso Zuri.
Lila asintió encantada y juntos comenzaron a subir. Como ya era tarde, decidieron acampar al pie de una roca grande. Esa noche, mientras miraban las estrellas, Lila le preguntó al zorro.
"¿Crees que Huascarán me hablará?"
"Tal vez, pero recuerda que primero debes demostrarle tu valía y tu amor por la naturaleza. Él es muy sabio", dijo Zuri.
Al día siguiente, continuaron su camino. Cuando ya estaban cerca de la cima, Lila sintió que la nieve blanda se deslizaba bajo sus pies. De repente, escuchó un estruendo.
"¡Cuidado, Lila!" gritó Zuri.
Un gran bloque de hielo se estaba deslizando hacia ellos. Rápidamente, Lila pensó: "Debo proteger a Zuri y a mí misma". Con un rápido movimiento, empujó una roca que obstaculizaba el paso del bloque de hielo, logrando desviar su rumbo.
"¿Lo hiciste? ¡Eres increíble!", exclamó Zuri, sorprendido.
Finalmente, cuando llegaron a la cima del nevado, Lila se quedó boquiabierta ante la vista impresionante. El mundo se extendía ante ella, como un tapiz lleno de colores. En ese momento, el viento trajo un susurro.
"Pequeña valiente, has mostrado tu coraje y tu amor por la naturaleza. Por eso, hablemos".
Era la voz del Gran Huascarán.
"Tengo una responsabilidad. Cuido de la montaña y del valle, pero también necesito tu ayuda. La gente olvida cuidar su hogar".
Lila, con el corazón latiendo fuerte, respondió:
"¡Claro que sí! Te prometo que contaré sobre la importancia de respetar la naturaleza y preservar nuestra casa".
"Así será. Solo los que aman la tierra podrán ayudar a protegerla. Eres digna de esta misión", afirmó el nevado.
Lila y Zuri regresaron al valle con una nueva misión en el corazón. Juntos organizaron charlas y actividades para enseñar a los niños sobre la preservación del medio ambiente. La historia de Lila y su encuentro con Huascarán inspiró a todos a cuidar su hogar, las montañas y los ríos, haciendo de su pueblo un lugar más bonito y unido.
Y así, la joven valiente descubrió que la verdadera fortaleza no solo reside en el coraje, sino también en el amor y el respeto por la naturaleza, y esa fue una lección que Huascarán les había transmitido a todos.
Desde entonces, Lila siempre miraba hacia las cumbres nevadas, sabiendo que su amigo, el Gran Huascarán, la observaba y sonreía con gratitud.
Y vivieron todos felices, protegiendo su tierra con fuerza y amor.
FIN.