El Gran Hermano Eugenio
Antonio estaba muy emocionado por la llegada de su nuevo hermano Eugenio. Había estado esperando ansiosamente durante meses para conocerlo y jugar con él.
Finalmente, el día llegó y Antonio se sintió muy feliz cuando vio a su pequeño hermano durmiendo en su cuna. Los días pasaron y Antonio comenzó a darse cuenta de que la vida había cambiado un poco desde que Eugenio llegó.
Mamá y papá estaban ocupados cuidando al bebé todo el tiempo, lo que significaba menos atención para él. Además, habían dejado su antigua ciudad y amigos, así que tenía que empezar de nuevo en una nueva escuela donde no conocía a nadie.
Un día en la escuela, Antonio se encontró sentado solo en el recreo mientras observaba a los otros niños jugando juntos. Se sintió triste porque no tenía amigos todavía y extrañaba su antigua casa. De repente, alguien se acercó a él.
- Hola! Soy Martina - dijo una niña sonriente - ¿quieres jugar conmigo? Antonio se sorprendió pero también estaba emocionado de tener un amigo nuevo. Jugaron juntos durante todo el recreo y después de ese día, Martina y Antonio se convirtieron en buenos amigos.
Con el tiempo, Antonio aprendió mucho sobre ser un buen hermano mayor para Eugenio. Ayudaba a cambiarle los pañales, le cantaba canciones para dormir e incluso lo llevaba en paseos por el parque cuando mamá y papá estaban ocupados.
Pero las cosas no siempre eran fáciles para Antonio. En ocasiones se sentía celoso de toda la atención que Eugenio recibía de mamá y papá. Un día, mientras jugaba con Martina en el parque, le contó cómo se sentía.
- A veces me siento triste porque creo que mamá y papá quieren más a Eugenio que a mí - dijo Antonio. Martina lo escuchó atentamente y luego le dijo algo que lo hizo sentir mucho mejor.
- No te preocupes, Antonio. Tus padres te quieren muchísimo a ti también. Solo están ocupados cuidando al bebé ahora mismo. Pero eso no significa que no te amen igual o menos importante - dijo Martina.
Antonio se sintió reconfortado por las palabras de su amiga y decidió hacer un dibujo para sus padres como muestra de amor.
Les dio las gracias por ser los mejores padres del mundo y les recordó cuánto los quería a ellos y a su hermano pequeño. A partir de ese momento, Antonio se sintió mucho más feliz consigo mismo y con su nueva vida en la ciudad.
Había aprendido la importancia de ser un buen hermano mayor, tener amigos nuevos y expresar sus sentimientos abiertamente. Y aunque habían pasado muchas cosas nuevas en su vida recientemente, sabía que siempre tendría el amor incondicional de su familia para apoyarlo en todo momento.
FIN.