El Gran Juego de la Amistad



En una pequeña escuela en el corazón de Buenos Aires, un grupo de amigos decidió organizar un gran juego de outdoor llamado "La Carrera de la Amistad". Cada uno de los amigos tenía un rol especial: Sofía era la encargada de la coordinación, Juan el encargado de las metas, Lucía la que se encargaba de los premios, y Mateo era el que diseñaba los retos.

El día del juego, todos los compañeros estaban emocionados, pero algo inesperado sucedió. En la mañana, Santiago, un chico que no estaba en el grupo de amigos, llegó muy triste. "No tengo a nadie que quiera jugar conmigo," dijo con un susurro.

Sofía, al verlo, se acercó y le dijo: "¡Hola Santiago! Te invito a que te unas a nosotros. El juego es para todos, y más amigos siempre traen más diversión."

Santiago sonrió un poco, pero parecía inseguro. "¿De verdad? No quiero ser una carga."

Juan, que estaba escuchando, intervino: "¡Claro! La Carrera de la Amistad es sobre ayudar a otros y trabajar en equipo. Todos somos importantes aquí."

Lucía se sumó: "Sí, además ¡todos juntos podemos hacer que esto sea increíble!"

Con un poco de ánimo, Santiago se unió al grupo. La carrera comenzó y el primer reto fue un rompecabezas gigante que debían armar todos juntos. Todos, incluidos Santiago, se pusieron manos a la obra. Sin embargo, se dieron cuenta de que les faltaba una pieza.

"¡Ay no! No tenemos la pieza central y no podemos seguir sin ella!" gritó Mateo, preocupado.

"Yo vi a Paula en el recreo, tal vez ella tenga la pieza," sugirió Sofía. Pero cuando fueron a buscar a Paula, descubrieron que estaba sola llorando en un rincón.

"¿Paula, qué te pasa?" preguntó Juan.

"Nadie quiere jugar conmigo porque dicen que soy muy lenta", respondió Paula, secándose las lágrimas.

El grupo se miró entre sí. Sofía fue la primera en hablar: "Eso no está bien. Siempre hay que incluir a todos. ¡Vamos a hablar con Paula!"

Sofía se acercó y dijo: "Paula, queremos que seas parte de nuestro equipo. No me importa si eres lenta, ¡lo importante es que te diviertas!"

Diego, otro de los chicos, agregó: "Sí, juntos podemos ayudarnos mutuamente. La velocidad no importa, ¡la diversión sí!"

Paula sonrió con timidez y aceptó unirse. Volvieron al juego y, con más manos y corazones, lograron reconstruir el rompecabezas. "¡Yay! Ahora necesitamos buscar la pieza final. Vamos, todos juntos!" gritó Lucía.

Encontraron la pieza que les faltaba, y el rompecabezas se completó. El siguiente reto incluía unir fuerzas para superar un circuito de obstáculos. Todos estaban muy emocionados y, mientras corrían, Santiago mencionó: "¡Es genial que estemos todos juntos, hace que todo sea más divertido!"

Mientras avanzaban, se dieron cuenta de que el tiempo se estaba acabando. Sin embargo, algunos de los obstáculos eran difíciles. Notaron que alguno de los amigos se estaba quedando atrás. En lugar de seguir adelante, Mateo exclamó: "¡Esperen! Tenemos que ayudar a nuestro amigo. ¡Vengan!"

El grupo decidió formar una cadena humana para ayudar a su compañero. Todos gritaron incentivándose: - “¡Vamos! ¡Podemos hacerlo!"

Finalmente, cruzaron la meta juntos, todos exhaustos pero llenos de alegría. Lucía anunció: "¡Han salido ganadores! No solo por llegar a la meta, sino por haber ayudado a otros a participar y vivir este momento juntos. Nuestro verdadero premio es la amistad y el respeto que nos tenemos."

Santiago miró a todos y, con lágrimas de felicidad, dijo: "Nunca imaginé que podría sentirme parte de algo tan lindo. Gracias por incluirme."

A la tarde, cuando todo terminó, los amigos decidieron hacer un nuevo grupo en el colegio, uno donde invitarían a todos a jugar y ser parte de su círculo.

"¡Vamos a llamarlo El Club de la Amistad!" propuso Sofía.

Todos acordaron con entusiasmo, y así nació una nueva iniciativa en la escuela. No solo jugarían juntos, sino que también se ayudarían en los estudios y se respetarían siempre.

La historia de esos amigos recorrió la voz de la escuela. Desde entonces, todos aprendieron que la solidaridad, el respeto y la amistad son claves para crear un lugar donde todos se sientan incluidos y felices. Y así, el Gran Juego de la Amistad se convirtió en un símbolo en su colegio.

FIN.

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