El gran juego de la amistad
En una escuela de Avellaneda, había un grupo de amigos inseparables: Alejandro, Ismael, Matías y Sebas. Siempre se reunían en el recreo para jugar, contar historias y hacer reír a todos. Ismael, con su sonrisa y su forma de hablar, hacía que todos se sintieran cómodos. Sebas, siempre lleno de energía, animaba a sus amigos a jugar y a disfrutar cada momento. Pero Matías era un poco diferente; a veces se sentía tímido y le daba pena hablar frente a otros.
Un día, mientras estaban en el patio, Alejandro propuso organizar un gran juego en el que todos los chicos de la clase pudieran participar.
"¿Qué les parece si hacemos una búsqueda del tesoro?" - sugirió Alejandro.
"¡Me encanta la idea!" - respondió Sebas, saltando de emoción.
"Yo creo que sería divertido, pero..." - Matías murmuró, sintiendo una punzada de nervios.
"¡No te preocupes, Matías! Estaremos contigo", le dijo Ismael con una sonrisa alentadora.
Así, los cuatro amigos se pusieron manos a la obra para organizar la actividad. Hicieron mapas, crearon pistas y escondieron pequeños tesoros por todo el patio. Sin embargo, un día antes del gran juego, apareció un nuevo chico en la escuela llamado Nico. Aunque era divertido, parecía un poco solo y no había hecho muchos amigos aún.
"¿Creen que debería invitar a Nico a nuestro juego?" - preguntó Ismael al ver que el nuevo chico observaba desde afuera.
"Claro que sí, él podría unirse a nosotros" - dijo Alejandro.
"Pero, ¿y si no le gusta?" - se preocupó Matías.
"Vamos, Matías, no hay nada que perder. La invitación es lo que cuenta" - respondió Sebas, convencido.
Esa tarde, se acercaron a Nico y le hicieron la invitación.
"¡Hola! Mañana hacemos una búsqueda del tesoro. ¿Te gustaría unirte?" - preguntó Ismael con su tono amigable.
"No sé... no tengo amigos aquí" - respondió Nico, algo inseguro.
"Nosotros seremos tus amigos, ¡te prometo que será divertido!" - dijo Alejandro, tratando de convencerlo.
Finalmente, Nico aceptó, y la emoción creció entre el grupo.
El día del juego, todos los chicos estaban muy emocionados. Matías, aunque un poco nervioso, hizo un esfuerzo por ser valiente. Durante el juego, Nico se mostró juguetón y entusiasta, y poco a poco se ganó la confianza de todos.
Sin embargo, al llegar a la mitad de la búsqueda, se dieron cuenta de que una de las pistas había sido desordenada y algunos niños comenzaron a buscar el tesoro en lugares equivocados. Matías se sintió abrumado.
"¿Y si no podemos arreglarlo?" - dijo, con su voz temblorosa.
"No te preocupes, Matías. Cada error es una oportunidad para aprender" - respondió Sebas, tratándolo de animar mientras buscaban juntos.
"¡Voy a salir a buscar más rápido!" - determinó Nico.
Así, mientras todos se organizaban, Matías decidió proponerles un nuevo plan.
"¿Y si dividimos las tareas y cada grupo se concentra en una parte del patio? Así llegamos más rápido" - sugirió, su voz cobrando confianza.
Todos aceptaron su idea y rápidamente se dividieron en equipos. Después de un rato de trabajo en equipo, finalmente encontraron el tesoro, que resultó ser una caja llena de dulces y juegos.
"¡Lo logramos!" - gritaron todos al unísono, mientras abrazaban a Matías, quien había tomado la iniciativa. Nico sonrió feliz.
"Gracias por confiar en mí" - dijo.
"Siempre es bueno tener un nuevo amigo" - contestó Ismael.
El juego no solo les había permitido disfrutar de una divertida aventura, sino que también les enseñó la importancia de la amistad, el trabajo en equipo y que cada uno, sin importar su personalidad o timidez, tiene un valor especial entre el grupo. Desde ese día, Matías se sintió más seguro, y Nico se convirtió en parte del grupo, disfrutando con estos nuevos amigos cada día. Y así, los cuatro aprendieron que juntos son más fuertes y que siempre hay espacio para un nuevo amigo en su corazón.
FIN.