El Gran Juego de La Puerta Mágica



Había una vez en un pequeño pueblo argentino, donde un mago llamado Don Max organizaba un divertido concurso llamado "El Gran Juego de La Puerta Mágica". Cada domingo, niños y adultos se reunían en la plaza para participar. El juego era simple y emocionante: detrás de tres puertas había una sorpresa, y dos de ellas tenían un fabuloso regalo, mientras que en una solo había un terrible... ¡gato lampiño!

Un día, un niño llamado Lucas decidió participar. Era su primera vez y estaba muy emocionado. Antes de empezar el juego, Don Max explicó las reglas.

"Muy bien, queridos amigos. Detrás de estas tres puertas hay sorpresas. Ustedes elegirán una puerta, y luego yo les diré qué hay en una de las otras puertas. Cuando termine, tendrán la oportunidad de cambiar su elección. ¿Están listos?" - dijo Don Max con una gran sonrisa.

"¡Sí!" - gritaron todos, incluido Lucas, saltando de emoción.

Lucas miró las puertas: la puerta 1, la puerta 2 y la puerta 3. Al final, decidió elegir la puerta 2.

"Elegí la puerta 2, Don Max" - dijo su voz temblando de ansiedad.

Don Max, con una varita mágica en la mano, dijo:

"Perfecto, Lucas. Ahora abriré una de las puertas que no elegiste. Voy a abrir la puerta 1" y, al hacerlo, mostró a todos un adorable gato lampiño.

"¡Oh no!" - exclamó Lucas, sintiendo que había tomado la decisión equivocada. Pero Don Max sonrió.

"Ahora, Lucas, tienes una decisión que tomar. Puedes quedarte con la puerta 2 o cambiarte a la puerta 3. ¿Qué harás?" - le preguntó, mientras todos los niños miraban expectantes.

Lucas pensó y pensó. Había escuchado a sus amigos hablando sobre la opción de cambiar, pero nunca estaba seguro de qué hacer en caso de un juego.

"¿Por qué debería cambiar?" - preguntó, sintiéndose un poco confundido.

"Porque al cambiar, aumentás tus probabilidades de ganar una sorpresa, Lucas. Al principio, solo tenías 1 de 3 posibilidades de haber elegido la puerta correcta. Ahora que sabemos que la puerta 1 tiene un gato, cambiar a la puerta 3 te da más chances de ganar... a menos que quieras quedarte" - explicó Don Max, con un guiño a su ojo.

Lucas se sintió presionado. Todos los niños estaban mirando, y él quería ser valiente. "Si Don Max dice que cambiar es mejor, tal vez deba hacerlo", pensó.

"Voy a cambiar a la puerta 3" - dijo finalmente.

Don Max, con un mágico movimiento de su varita, abrió la puerta 3 y ¡puf! Un brillante dron apareció, flotando en el aire con luces de colores.

"¡Felicitaciones, Lucas! ¡Has ganado un dron!", gritó Don Max, mientras todos aplaudían.

"¡No puedo creerlo!" - dijo Lucas, con una sonrisa de oreja a oreja.

Mientras celebraban, Lucas entendió que a veces decidir cambiar de camino puede traerte sorpresas mucho mejores, aunque al principio no parezca así.

Desde entonces, Lucas siempre recordaba el valiente cambio que tomó en el Gran Juego de La Puerta Mágica y cómo aquella decisión lo llevó a una nueva aventura en el cielo con su dron. Ya no temía tomar decisiones difíciles, porque aprendió que a veces, las mejores sorpresas vienen de arriesgarse un poco.

"¡Gracias Don Max! Tu juego me enseñó mucho" - dijo Lucas, mientras volaba su dron por toda la plaza.

Y desde entonces, en cada juego de La Puerta Mágica, Lucas se convirtió en el ayudante de Don Max, enseñando a todos los demás lo valioso que es tener la valentía de cambiar de opinión y explorar nuevas posibilidades. Y así, el pueblo vivió días llenos de juegos, risas y mágica sabiduría.

FIN.

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