El Gran Juego de la Solidaridad



Era un día soleado en la escuela primaria "Los Niños Brillantes" y el recreo había comenzado. Un grupo de amigos se sentó bajo un árbol grande, que daba sombra y frescura. Era el lugar favorito de Tomás, Sofía, Lucas y Valentina para charlar y jugar. Hoy, sin embargo, decidieron hablar sobre algo diferente: los valores más importantes.

"Hoy quiero hablar sobre la solidaridad", dijo Tomás, mientras recogía una hoja caídas del árbol.

"¿Pero qué es la solidaridad?", preguntó Valentina, curioseando.

"Es estar ahí para los demás, ayudarlos cuando lo necesitan", respondió Sofía.

"Yo creo que la solidaridad es como un juego en equipo, donde todos ganan", añadió Lucas, mientras hacía una mueca, imitando a un jugador de fútbol.

Mientras debatían, notaron a Leo, un compañero de clase que estaba sentado solo en un rincón del patio. Siempre parecía un poco triste, y los niños se preguntaron por qué.

"¿Y si le preguntamos a Leo si quiere jugar con nosotros?", sugirió Sofía.

"Buena idea! La solidaridad es también invitar a otros a ser parte", dijo Tomás entusiasmado.

Los cuatro se acercaron a Leo:

"¡Hola, Leo! ¿Querés jugar con nosotros al escondite?", lo invitó Sofía con una sonrisa.

"No sé, a veces soy malo escondiéndome...", respondió Leo con la mirada baja.

"Eso no importa. Lo que importa es divertirse juntos", contestó Lucas.

Después de un momento, Leo asintió.

"Está bien, ¡vamos a jugar juntos!", dijo con una pequeña sonrisa.

Mientras jugaban, Leo comenzó a soltarse y a reír. Sin embargo, en medio del juego, se dio cuenta de que no sabía bien cómo jugar. El grupo se detuvo al verlo un poco confundido.

"¿Te gustaría que te enseñemos a esconderte mejor?", preguntó Valentina con amabilidad.

"Sí, eso me encantaría", respondió Leo, sintiéndose un poco más seguro.

Así que, en lugar de simplemente seguir jugando, el grupo formó su propia mini-clase de escondite, donde Leo aprendeu diferentes tácticas para esconderse y no ser encontrado.

"Es como un truco secreto", afirmó Sofía al ver a Leo prepararse para el siguiente turno. Al final de la jornada, Leo había crecido en confianza y sonreía más que nunca.

El grupo decidió que necesitarían hacer un gran juego de la solidaridad el próximo día. Así que se formaron equipos y decidieron organizar un concurso de juegos en el que todo el mundo pudiera participar.

Al día siguiente, todos estaban emocionados. Había diferentes juegos: carrera de sacos, tiro de soga y el famoso —"pasapalabra" . Pero lo mejor de todo era que cada equipo, al ganar, debía ayudar a otro equipo que no había tenido tanta suerte en un juego.

"Esto es increíble", dijo Tomás. "Es como si todos juntos fuéramos un equipo gigante!"

"Sí, la valía de ganar es mucho más que solo el premio", mencionó Sofía. "Es ver las sonrisas de todos vivos!".

Los niños aprendieron a ayudarse unos a otros y a celebrar los pequeños logros de cada uno. En lugar de competir ferozmente, empezaron a ver la fuerza de la cooperación y la amistad.

"¡Esto es genial!", exclamó Leo, quien ahora estaba disfrutando al máximo. Todos los niños se sentían felices y el ambiente estaba lleno de risas y alegría.

Desde ese día, el grupo de amigos se convirtió en un pilar de solidaridad en la escuela. Siempre se aseguraban de involucrar a los demás en las actividades y sorprendían a los otros con gestos de amabilidad, como compartir su merienda o ayudar a alguien con su tarea.

En el último día del año escolar, la maestra organizó una celebración y preguntó a cada grupo sobre lo que habían aprendido. Tomás, Sofía, Lucas y Valentina se pusieron de pie.

"Hemos aprendido sobre la solidaridad. Se trata de estar ahí el uno para el otro, de sonreír juntos y compartir momentos", dijo Sofía.

"Y eso siempre hace que un día soleado sea aún más especial", agregó Lucas.

La maestra aplaudió y el resto de la clase siguió su ejemplo. Así, bajo el gran árbol, uno de los más hermosos momentos se formó, donde cada niño en la escuela se llenó de alegría y promesas de hacer del siguiente año un lugar aún más solidario y feliz para todos.

Y así, los cuatro amigos se llevaron una lección vital: no se trata solo de ser compañeros de juego, sino de ser compañeros de vida, siempre listos para ayudar y compartir.

En el recreo de "Los Niños Brillantes", la solidaridad no solo se había nombrado, sino que también se había vivido. Y cada día, estaban emocionados por lo que vendría, sabiendo que juntos podían lograrlo todo.

FIN.

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