El Gran Juego de las Palabras



Era un día soleado en el barrio de la ciudad de Buenos Aires. Los niños se encontraban en el parque, listos para jugar. Entre ellos, estaban Lila, una niña llena de energía; Tomi, su mejor amigo que siempre tenía una idea nueva; y su perrito, Rocco, que los seguía a todas partes.

"¿Qué les parece si jugamos a un nuevo juego de palabras?", propuso Tomi emocionado.

"¡Sí! Pero, ¿cómo se juega?", preguntó Lila, intrigada.

"Es simple, cada uno dice una palabra y luego otro tiene que agregar algo relacionado con esa palabra. ¡Y el que se quede sin ideas pierde!", explicó Tomi.

Los tres se sentaron en círculo y empezaron su divertido juego. Tomi empezó.

"Perro!", gritó con una sonrisa.

"Casa!", respondió Lila rápidamente.

Rocco, el perrito, movió la cola, como si estuviera disfrutando del juego.

"Corazón!", añadió Tomi, dándose cuenta de que sus palabras también podían tener un significado más profundo.

"Auto!", agregó Lila sin pensarlo demasiado.

Y así siguieron, las palabras surgiendo como flores en primavera. Pero de repente, Lila se quedó en blanco.

"Ay, no sé qué más decir...", susurró preocupada.

"No te preocupes, ¡puedes inventar algo que te guste!", le dijo Tomi animándola.

Lila pensó un momento y dijo:

"¡Pintura!"

Tomi sonrió, orgulloso de su amiga.

"¡Perfecto! Y yo diré... ‘cuadro’!", añadió él, emocionado.

Sin embargo, el juego no se detuvo, porque Lila volvió a reír y dijo:

"Podemos pensar en algo más grande. ¡Y si hacemos una historia con nuestras palabras!"

Los ojos de Tomi brillaron y Rocco movió su cola con energía.

"¡Me encanta la idea!", exclamó Tomi.

Juntos, comenzaron a hilar una historia que unía todas sus palabras:

Había una vez un perro llamado Rocco que soñaba con tener una casa llena de colores, un hermoso jardín y una familia que lo amara. Por eso, un día, decidió emprender un viaje en su auto mágico para encontrar la casa perfecta. En el camino, Rocco conoció muchos corazones bondadosos que lo ayudaron en su aventura. Desde una amable tortuga que le mostró un camino rodeado de flores, hasta un pájaro que le cantaba canciones para alegrar su viaje.

"Eso está buenísimo, Rocco sería el héroe de la historia", comentó Lila.

"Sí, ¡y al final, encontraría su hogar ideal!", añadió Tomi.

Entonces, el perrito, con su corazón lleno de esperanza, llegó a un claro en el bosque donde había una casa de ensueño. Pero se dio cuenta de que no solo era la casa lo que buscaba, sino los amigos que había hecho y el amor que había encontrado en el camino. Al final, Rocco decidió que podía hacer de cualquier lugar su hogar, siempre y cuando estuviera rodeado de amor y amistad.

"Me gusta mucho el final", dijo Lila, sonriendo, mientras Rocco les daba un lamido en la cara, como si estuviera de acuerdo.

El juego de palabras había transformado su tiempo juntos en una hermosa historia que celebrarían siempre.

"Gracias a Rocco y a este juego, descubrimos que las palabras también pueden unirnos", concluyó Tomi.

Y así, con un abrazo grupal y el perrito ladrando de felicidad, los tres amigos se sintieron más unidos que nunca. Prometieron seguir creando historias juntos, porque en cada palabra había una nueva aventura esperando por ellos.

FIN.

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