El Gran Juego de las Puertas
Era un hermoso día en el pueblo de Colorín, donde todo el mundo se reunía una vez al mes para disfrutar de un gran evento llamado "El Gran Juego de las Puertas". Este juego era organizado por el simpático Don Pablito, el animador del pueblo, que siempre estaba dispuesto a hacer participar a todos y a contar historias mágicas.
- ¡Bienvenidos, amigos de Colorín! - gritó Don Pablito, con su voz enérgica mientras saludaba a la multitud.
La plaza se llenó de risas y aplausos. La gente estaba emocionada por participar en el juego. Don Pablito había preparado tres puertas de colores brillantes: una roja, una azul y una verde.
- Detrás de una de estas puertas hay un fabuloso regalo. ¡Pero ojo! - advierte el animador - Las otras dos puertas tienen sorpresas muy graciosas que pueden mojarte... ¡con agua!
Los niños rieron y saltaron de emoción.
Diego, un niño curioso y valiente, fue el primero en acercarse.
- ¡Elijo la puerta roja! - exclamó mientras los otros niños gritaban y lo animaban.
- Muy bien, Diego. Ahora yo abriré una de las otras puertas. - dijo Don Pablito, con una sonrisita cómplice.
- ¡Abre la azul! - todos le gritaron.
Don Pablito, con su voz melodiosa, abrió la puerta azul, que dejó ver a un animado patito de goma que comenzó a bailar y salpicar agua por todas partes. La multitud estalló en carcajadas.
- ¡Es cierto! - dijo Diego entre risas - ¡Me mojé!
- Ahora Diego, tienes una elección que hacer - dijo Don Pablito mientras limpiaba las lágrimas de risa - ¿Quieres quedarte con la puerta roja, o prefieres cambiar tu elección a la puerta verde?
Diego miró a su alrededor, pensando. Algunos de sus amigos comenzaron a murmurar entre ellos.
- Cambié mi respuesta a la puerta verde - decidió. La curiosidad lo llevó a cambiar.
- ¡Veamos qué hay detrás de la puerta verde! - anunció Don Pablito mientras le daba un toque dramático.
Diego abrió la puerta verde y, ¡sorpresa! , encontró un enorme juego de mesa con todos los personajes de Colorín.
- ¡Gané! - gritó Diego emocionado. - ¡No puedo creerlo!
La multitud vitoreó, pero uno de sus amigos, Tomás, parecía confundido.
- Oye Diego, pero al principio tenías la puerta roja. ¿Por qué cambiaste?
- Bueno, escuché a Don Pablito y a ustedes, y pensé que cambiar podía ser la mejor opción. - respondió Diego con una sonrisa.
Don Pablito aplaudió con alegría.
- Exactamente, Diego. A veces es mejor considerar otras opciones. Lo importante es aprender a tomar decisiones y no tener miedo a cambiar de rumbo. ¿Ves cómo un nuevo análisis puede ofrecerte oportunidades inesperadas?
Los niños asintieron, intrigados. Entonces, una niña llamada Lucía levantó la mano.
- ¿Puedo probar también? - preguntó con entusiasmo.
- Claro que sí, Lucía. ¡Elige una puerta! - dijo Don Pablito.
Lucía hizo su elección.
- Yo elijo la puerta azul. - dijo con firmeza.
- Muy bien, ahora veamos qué sucede. - dijo Don Pablito mientras abría la puerta verde, que dejó ver otro simpático personaje de Colorín.
La multitud gritó y se rió de nuevo. Cuando llegó el momento de decidir si cambiar a la puerta roja o no, Lucía recordó lo que le había pasado a Diego.
- Creo que cambiaré. - dijo con confianza.
- ¡Qué valiente! - dijo Don Pablito - ¡Veamos qué has encontrado!
Al abrir la puerta roja, Lucía se encontró con un taller de manualidades lleno de pinturas y materiales para crear.
- ¡Gané! - gritó Lucía también, mientras saltaba de alegría.
La multitud celebró, y todos comenzaron a hablar sobre lo que habían aprendido. Diego y Lucía hicieron nuevos amigos y compartieron su juego.
- ¿Ves? Nunca debemos tener miedo de probar algo nuevo. Las decisiones, aunque a veces puedan parecer complicadas, pueden abrirnos puertas sorprendentes y divertidas - dijo Don Pablito sonriendo.
Al finalizar el juego, todos regresaron a sus casas llenos de alegría y aprendieron que cambiar de decisión puede ser una gran opción. Desde ese día, el pueblo de Colorín hizo un pacto de siempre desafiarse a sí mismos y descubrir todo lo que la vida podía ofrecerles.
- ¡Hasta la próxima, amigos! - gritó Don Pablito mientras la gente se despedía.
El Gran Juego de las Puertas se convirtió en una tradición que todos esperaron con ansias. Y cada mes, los habitantes aprendían un poco más sobre la alegría de cambiar de rumbo y descubrir lo maravilloso detrás de las puertas de la vida.
FIN.