El Gran Juego de Lobo, Dragón y los Niños del Bosque



En un hermoso bosque lleno de árboles verdes y flores de mil colores, vivían tres amigos muy peculiares: Lobo, un lobo amistoso con un gran corazón; Dragón, un dragón pequeño y juguetón que siempre tenía una chispa en su mirada; y un grupo de niños que pasaban sus días explorando y jugando en la naturaleza.

Un día soleado, mientras los niños jugaban al escondite, Lobo y Dragón decidieron unirse a ellos. La idea de unirse a los niños iluminó sus ojos como si hubiesen encontrado un tesoro escondido.

"¡Hola, amigos! ¿Juegan a algo?" - preguntó Lobo, moviendo su cola con alegría.

"¡Sí! ¡Escondite! ¿Querés jugar?" - contestó una niña llamada Clara, sonriendo radiante.

"¡Claro que sí! Pero... ¿puedo ser el que cuenta primero?" - dijo Dragón, emocionado.

"Está bien, pero no te olvides de contar hasta diez y no mirar mientras nosotros nos escondemos" - agregó Lobo, guiñándole un ojo a Dragón.

Dragón comenzó a contar: "¡Uno... dos... tres...!" mientras los niños corrían en diferentes direcciones, buscando el lugar perfecto para ocultarse. Lobo eligió esconderse detrás de un gran roble.(...)

Cuando Dragón terminó de contar, una chispa de emoción lo llevó a volar un poco, asomando su cabeza entre las ramas.

"¡Listos o no, allá voy!" - exclamó, y salió en busca de los niños.

El juego avanzaba, pero Dragón, con su entusiasmo, estaba tan ocupado buscando que no se dió cuenta de que Lobo... ¡se había quedado atrapado en un arbusto!"¡Averigua quién está oculto entre los arbustos, Dragón!" - gritó Clara, riendo.

¡Dragón se dio la vuelta y se dirigió hacia Lobo!"¡Lobo! ¿qué te pasó?" - preguntó Dragón, acercándose rápidamente.

"Me enredé un poco, pero no te preocupes, ¡puedo salir solo!" - respondió Lobo con una sonrisa.

Pero, mientras intentaba liberarse, se produjo un pequeño giro inesperado. De repente, entre las ramas del arbusto, algo brillaba. Era un mapa antiguo, arrugado y polvoriento, que llamaba la atención de los niños.

"¡Mirá!" - gritó Clara.

"¿Qué será ese mapa? Se ve interesante" - dijo Mateo, otro niño del grupo, acercándose al arbusto...

Y así, el juego de escondite se transformó en una búsqueda del tesoro, con el mapa como guía. Siguieron las pistas en el mapa que llevaban a lugares mágicos y sorprendentes del bosque: la cascada cantarina, el claro de las luciérnagas y, finalmente, la colina del eco.

Adentrándose en el bosque, los niños se dieron cuenta de que necesitaban trabajar en equipo.

"¡Dragón! Usa tu fuego para iluminar el camino en la cueva" - sugirió Clara.

"¡Claro!" - respondió Dragón, lanzando una pequeña llama que iluminó el oscuro túnel.

"Y Lobo, tu instinto puede ayudarnos a encontrar la salida" - añadió Mateo, mientras todos se acercaban más a Lobo.

Tras resolver acertijos y divertirnos, al final del día, llegaron a su destino. Abrieron un viejo cofre que encontraban en la cueva, lleno de dulces, juguetes y... ¡un libro gigante de cuentos!"¡Esto es increíble!" - dijo Mateo, mirando maravillado.

"Y lo mejor es que ahora tenemos historias para compartir en cada juego" - agregó Clara, sonriendo.

Así fue como el bosque mágico no solo les dio una aventura inolvidable, sino también un nuevo tesoro: la importancia de la amistad, el trabajo en equipo y nunca dejar de explorar.

Desde aquel entonces, Lobo, Dragón y los niños decidieron que la próxima vez que se reunieran, harían un club de exploradores para seguir buscando maravillas en su amado bosque.

FIN.

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