El Gran Juego de Pablo



Era una tarde de verano y Pablo, un chico de diez años, estaba muy emocionado porque su videojuego favorito, "Aventura en el Espacio", había lanzado una nueva actualización. Pasó horas frente a la pantalla, enfrentando aliens y resolviendo acertijos en el espacio. Pero al final del día, cuando llegó la hora de la partida final, algo inesperado pasó: Pablo perdió. No fue la primera vez que se sentía mal por no ganar, pero esta vez la tristeza lo envolvió como una nube oscura.

"¡No puede ser!" - gritó Pablo, sollozando frente a la computadora.

"Siempre estuve tan cerca y esta vez...¡perdí!" - se lamentó, dejando caer su cabeza sobre el teclado.

De repente, su hermana menor, Sofía, entró a la habitación. Ella era una pequeña de siete años, siempre optimista y divertida. Al ver a Pablo así, sintió que debía hacer algo.

"¡Pablo! ¿Qué te pasó?" - preguntó Sofía, acercándose a él.

"Perdí el juego, Sofía. Estuve semanas entrenando para esa partida y ahora soy un perdedor..." - respondió Pablo, con lágrimas en los ojos.

Sofía pensó un momento y luego sonrió.

"Pero si perdiste, ¡no significa que seas un perdedor!" - dijo ella con entusiasmo.

"¿Cómo podés decir eso?" - preguntó Pablo, un poco confundido.

Sofía se sentó a su lado y comenzó a dibujar en una hoja de papel.

"Mirá, yo no soy muy buena dibujando, pero me encanta. A veces mis dibujos no salen como quiero, pero eso no significa que deba dejar de intentar, ¿no?"

"Claro, pero esto es diferente. Este es un juego, y yo quería ganar" - argumentó Pablo.

Sofía se quedó en silencio un momento, pero luego continuó.

"Recuerdo la vez que dibujé una flor y era más un garabato. Pero después de practicar, pude hacer una hermosa rosa. ¿No te acordás?"

"Sí, tenías razón, pero no es lo mismo..." - dijo Pablo, sintiéndose un poco mejor.

Sofía siguió hablando.

"Además, siempre es divertido jugar, aunque no ganes. Lo importante es lo que aprendés en el camino. Cada vez que jugás, mejorás. Fue solo un juego. Hay muchos más por delante. ¿No estarías triste si un día no te salió bien en el fútbol?"

"Tienes razón. A veces desgano ese deporte y no me quiero ir a casa. Pero luego me divierto con mis amigos y eso es lo que importa. Pero..." - dijo Pablo, levantando la cabeza.

Sofía lo miró con curiosidad y Pablo continuó.

"Pero en el juego me esfuerzo tanto. A veces pienso que noto que la práctica no sirve si no voy a ganar. Si no ganás, ¿de qué sirve el tiempo que pasás?"

"Para divertirte, ¡obvio! Y aprender nuevas habilidades. ¡¡Estas cosas son súper importantes! !" - exclamó Sofía, tocando el papel que había dibujado.

Pablo suspiró y finalmente sonrió.

"Tal vez tengas razón. Está bien, podré volver a jugar y mejorar, como en el fútbol o en tus dibujos. Aunque no gane esta vez, puedo disfrutar, ¿no?"

"¡Exacto! ¡Cuántas veces he perdido yo jugando con mis muñecos y siempre es divertido!" - dijo ella.

En ese momento, Pablo decidió cambiar su enfoque. Se levantó de la silla y se acercó a su consola.

"¿Sabés qué? A la próxima le voy a dar otra oportunidad, voy a intentar aprender otra vez. ¡Estoy listo para divertirme!" - dijo Pablo, ahora lleno de energía.

Sofía se unió a la aventura y ambos comenzaron a jugar. Entre risas y ocurrencias, se dieron cuenta de que lo importante no era ganar, sino disfrutar del tiempo juntos, creando recuerdos inolvidables. Después de todo, la verdadera victoria estaba en la diversión. Y así, Pablo aprendió que perder no era el fin, sino solo una oportunidad para volver a levantarse y disfrutar aún más del desafío que tenía por delante.

Y aunque siguió teniendo algunas derrotas en los videojuegos, nunca más dejó que eso le arruinara el día. Siempre recordaba lo que su hermana le había enseñado: "Lo importante es disfrutar y seguir intentando. ¡El juego nunca termina!"

FIN.

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