El Gran Juego de Volley



Era un día soleado en la escuela primaria Manuel Belgrano. Cuatro amigos, Lucas, Sofía, Tomás y Valentina, esperaban con entusiasmo la clase de educación física. Desde hacía semanas, habían estado practicando voleibol, y hoy era el día en que jugarían un partido amistoso contra otra clase.

"¡Estoy tan emocionado!", dijo Lucas con una gran sonrisa.

"Yo también, quiero hacer ese remate que practiqué", respondió Valentina moviendo los brazos como si ya estuviera lanzándose a la cancha.

"No olviden que lo más importante es disfrutar y jugar en equipo", recordó Tomás.

"¡Sí! Vamos a dar lo mejor de nosotros", añadió Sofía con determinación.

Cuando llegó el momento del partido, los niños se alinearon en la cancha con su equipo. El profesor, el Sr. Pérez, explicó las reglas y ambos equipos comenzaron a calentar. Mientras el sol brillaba, la energía se sentía en el aire.

El partido comenzó, y los chicos corrieron de un lado a otro. Sofía hizo un saque increíble que sorprendió al otro equipo. Todos gritaron de alegría al ver cómo el balón caía al suelo, marcando el primer punto.

Pero mientras el juego avanzaba, un accidente inesperado ocurrió. Lucas intentó interceptar un saque de sus oponentes, pero chocó con Tomás, quien también estaba moviéndose rápido hacia el balón.

"¡Lucas! ¡Cuidado!", grita Valentina, pero fue demasiado tarde. El golpe fue fuerte y ambos cayeron al suelo.

"¡Ay, ay, ay!", se queja Lucas mientras se agarra la rodilla.

El profesor Pérez corrió hacia ellos, preocupado.

"¿Qué pasó, chicos?", preguntó con voz suave pero firme.

"Me siento... un poco mal", murmuró Lucas, intentando levantarse.

"Voy a llamar a una ambulancia. Es mejor que un médico lo revise", dijo el profesor con seriedad.

Poco después, llegó la ambulancia, y los paramédicos atendieron a Lucas.

"No se preocupen, es solo un golpe. Te llevaremos al hospital para asegurarnos de que no sea nada grave", le dijo uno de los paramédicos con una sonrisa tranquilizadora.

Sofía, Valentina y Tomás estaban nerviosos. Nunca habían visto a un amigo en una situación así.

"¿Deberíamos acompañarlo?", preguntó Sofía, con lágrimas en los ojos.

"Claro, ¡somos su equipo!", respondió Valentina, y todos asintieron con determinación.

Al llegar al hospital, Lucas fue atendido con rapidez. Mientras esperaba, sus amigos lo visitaron.

"Hola, Lucas. Estamos aquí contigo", le dijo Tomás tratando de ser valiente.

"Gracias, chicos. Me preocupa no poder jugar otra vez", respondió Lucas, sintiéndose un poco triste.

"Solo es un golpe, y nos dijeron que estás bien. ¡Volverás a jugar pronto!", intervino Valentina alzando el ánimo.

"Sí, cuando regreses, haremos el mejor partido de todos", añadió Sofía emocionada.

Después de varias horas de chequeo, los médicos le aseguraron a Lucas que solo tenía un esguince y que podría estar en casa descansando pronto. Cuando le dieron el alta, salió del hospital con una venda en la rodilla pero una gran sonrisa en el rostro.

"Prometo que volveré más fuerte para la próxima", dijo Lucas decidido.

"¡Eso es! Y esta vez, vamos a tener más cuidado con los choques", sugirió Tomás con una risa aliviada.

Ya en casa, Lucas organizó su propio partido de voleibol en su jardín.

"No quiero perderme de jugar con ustedes, así que vamos a jugar juntos aquí mientras me recupero", dijo mientras invitaba a sus amigos.

"¡Es una gran idea! Y así podremos practicar nuevas jugadas", añadió Valentina alegremente.

Durante las semanas de recuperación, cada tarde, los cuatro amigos se reunían. Jugaron, rieron y aprendieron a ser un mejor equipo. También entendieron la importancia de cuidarse y cómo un accidente no debe detener el amor por el juego.

Finalmente, el día del regreso a clases llegó. Lucas, ya recuperado, estaba listo para volver a la cancha y jugar el mejor partido de su vida.

"¡Vamos a darlo todo!", dijo emocionado.

"¡Sí! Y no olvidemos la lección que aprendimos: ¡el trabajo en equipo es lo más importante!", agregó Sofía.

Desde entonces, el grupo de amigos seguía jugando juntos, cuidándose unos a otros y disfrutando de cada momento en la cancha. Así aprendieron que el verdadero valor del deporte no es solo ganar, sino compartir momentos, cuidarse y divertirse juntos.

FIN.

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