El Gran Juego del Átomo



En un pequeño y desconocido rincón del universo, existía un diminuto átomo llamado Átomo Alegre. Era un lugar lleno de energía, donde cada partícula jugaba un papel muy importante. En su corazón, habitaba un protón muy especial que siempre estaba de buen humor. Su nombre era Proti, y era conocido por su naturaleza positiva y su risa contagiosa.

A su lado, había un núcleo sabio y equilibrado llamado Núcleo. Siempre ofrecía buenos consejos y era el pegamento que mantenía a todos unidos en armonía. Sin embargo, había un pequeño problema: en el exterior de Átomo Alegre, había un electrón llamado Elet, que se sentía triste y pesimista.

"¿Por qué tendría que jugar? No hay nada divertido en esto", susurraba Elet mientras giraba solitario en su órbita.

Un día, Proti decidió que era hora de sacar a Elet de su tristeza.

"¡Hola, Elet! ¿Te gustaría jugar a la ronda conmigo y Núcleo? Es muy divertido, y podría alegrarte un poco", invitó Proti con su voz alegre.

Pero Elet, con su mirada sombría, respondió.

"No, gracias. La verdad es que no creo que jugar tenga sentido. Siempre estoy atrapado aquí, en la órbita. No sé si eso es divertido…"

Núcleo, que había estado escuchando, decidió intervenir.

"Elet, jugar no solo se trata de diversión. También se trata de hacer nuevos amigos y aprender cosas nuevas. ¿No te gustaría conocer otras partículas en el universo?"

Elet se sintió un poco intrigado.

"¿Hay otros lugares fuera de aquí?"

Proti sonrió, esperanzado.

"¡Claro! En el mundo de los átomos, ¡hay tantos compañeros que forman diferentes elementos! ¿Te imaginas formar parte de una molécula de agua o un simple cristal de sal? Eso suena emocionante, ¿no?"

A medida que Proti hablaba, Elet comenzó a imaginarse interactuando con otras sustancias. Pero todavía dudaba.

"Es que… no estoy seguro de que sea capaz de unirme a ustedes. Siempre he sido negativo. ¿Y si no soy bueno para jugar?"

Núcleo se acercó a Elet, mirando directamente a sus ojos.

"Elet, nadie espera que seas perfecto. Todos aprendemos y crecemos de maneras diferentes. Lo más importante es intentarlo. Tu energía negativa puede convertirse en algo grandioso si decides jugar. ¡Vamos, dalo una oportunidad!"

Con un poco de ánimo, Elet decidió que intentaría jugar.

"Está bien, Proti. Voy a probarlo. Pero no prometo que me divierta."

Proti y Núcleo celebraron.

"¡Eso es, Elet! Solo necesitas dar el primer paso."

Así, comenzaron el juego de la ronda alrededor de Átomo Alegre. Proti giraba y bailaba, mientras Elet, aunque un poco torpe al principio, empezó a seguir su ritmo. Con cada vuelta, Elet empezó a sentirse un poco más ligero.

"Mira! Me estoy divirtiendo. ¡Ver lo bien que se mueve Proti es contagioso!" exclamó Elet, sintiendo una chispa de alegría.

En ese momento, la energía de Elet empezó a cambiar. Empezó a comprender que ser negativo no lo definía. Proti y Núcleo lo animaban mientras giraban y se reían juntos.

Con cada vuelta de ronda, Elet fue descubriendo lo divertido que era conectar con otros y aprender sobre la magia de los átomos.

Al finalizar el juego, todos estaban exhaustos pero felices.

"Gracias, amigos. No sabía que jugar podía ser tan emocionante. ¡Me siento diferente!" dijo Elet, sonriendo como nunca.

Proti, lleno de alegría, le lanzó un guiño.

"Siempre estaré aquí para recordarte que puedes ser más que esa sombra negativa. ¡Juntos formamos algo increíble!"

Núcleo asintió.

"Y lo mejor de todo, cada vez que juegues, estarás formando nuevas conexiones. Así es como se crean los elementos en el universo. ¡Así se forma la tabla periódica!"

Elet, ahora con una nueva perspectiva, asintió con entusiasmo.

"¿Podemos jugar de nuevo mañana? ¡Quiero aprender más sobre ser un electrón positivo!"

Proti y Núcleo sonrieron. El sol brillaba en su pequeño rincón del universo, y juntos, los tres amigos comenzaron a planear su próxima aventura en el fascinante mundo de los átomos.

Así, el pequeño electrón, que había sido negativo y pesimista, aprendió que la alegría, al igual que la energía, se comparte y se multiplica cuando se juega en compañía. Y todos, en su pequeño mundo, fueron un poco más felices aquel día.

FIN.

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