El Gran Juego del Primer Día



Era un hermoso día de primavera cuando los alumnos de 1º grado de la escuela Los Peques estaban ansiosos por comenzar su primer día de clases. Entre risas y nervios, todos se iban acomodando en sus asientos cuando la maestra, la Sra. Marta, apareció con una gran sonrisa.

"¡Bienvenidos, chicos! Hoy vamos a tener una sorpresa especial: la clase de educación física al aire libre. ¡Se viene algo divertido!"

Los niños aplaudieron con alegría.

Así que, luego de unas pocas actividades en clase, se dirigieron al patio, donde el sol brillaba con fuerza y el aire fresco alentaba a jugar.

"¡Ay, tengo un poco de miedo!" - susurró Lucía a su amigo Mateo mientras miraban el gran espacio del patio.

"¿Por qué?" - preguntó Mateo.

"No conozco a todos y no sé si me va a ir bien en los juegos..."

"No te preocupes, siempre se puede hacer nuevos amigos. Además, hoy es un día para disfrutar, ¡no para preocuparse!"

Lucía respiró hondo y sonrió.

La Sra. Marta los reunió en un círculo y les presentó el primer juego: el famoso “Atrapa la Bandera”.

"Vamos a formar dos equipos. Lo más importante es que trabajemos juntos y nos ayudemos. ¡Eso es ser amigos!"

Dividieron a los niños en dos equipos, los Tigres y los Delfines. Lucía se quedó en los Delfines y, al ver a su compañero más grande, Tomás, se sintió un poco nerviosa. Tomás era muy buen deportista y parecía asustarla con su gran tamaño.

"¡Vamos Delfines! ¿Listos para ganar?" - gritó Tomás emocionado.

Al escuchar su voz, Lucía se llenó de valor.

"¡Sí! ¡Vamos a divertirnos!" - dijo, alzando su mano en señal de entusiasmo.

El juego comenzó y, aunque los Tigres parecían tener ventaja, los Delfines se las arreglaban para organizarse. Lucía empezó a correr con sus amigos, pero al intentar alcanzar la bandera, un Tigre la empujó sin querer. Ella cayó al suelo, frustrada.

"¡Ay, me lastimé!" - exclamó.

Viendo esto, Sofía, una compañera de equipo, corrió hacia ella.

"¿Estás bien, Lucía?" - preguntó preocupada.

"No sé si puedo seguir jugando..." - respondió Lucía con la voz entrecortada.

Sofía la tomó de la mano.

"Ven, vamos a intentarlo juntas. ¡El juego es para divertirnos!"

Sofía la levantó y juntas regresaron al juego. Lucía, aunque un poco tambaleante, también se dio cuenta de que podía contar con su amigo y eso le llenó de confianza.

El tiempo pasaba velozmente y el partido se estaba haciendo emocionante, cuando de repente se rompió la cuerda que sostenía la bandera. Todos se quedaron en silencio.

"¡Oh no!" - dijo Tomás, mirando a la Sra. Marta.

"No se preocupen, chicos. Esto simplemente significa que tenemos que paralizar el juego un momento y arreglarlo. Pero mientras, ¿por qué no nos cuentan cómo se sienten sobre su primer día?" - sugirió la Sra. Marta.

Los niños comenzaron a compartir sus impresiones.

"Yo estaba muy nervioso, pero jugar es divertido!" - dijo Mateo.

"A mí me gusta conocer amigos nuevos. ¡Gracias, Sofía, por ayudar a Lucía!" - agregó Tomás.

"Sí, ¡me siento feliz de tenerte de amiga!" - sonrió Lucía, emocionada.

La mañana continuó con risas, juegos y una nueva amistad cimentada entre los Delfines. Al final del día, la Sra. Marta les dijo:

"Chicos, lo más importante hoy fue que aprendieron que la amistad y el trabajo en equipo son lo que hace que cada juego sea especial. ¡Siempre cuenten unos con otros!"

Así, los chicos volvieron a sus salones con una gran historia para contar a sus padres. Habían aprendido que, a pesar de los desafíos del primer día, el verdadero triunfo era hacer nuevos amigos y disfrutar juntos cada aventura. Y, aunque al final, el ganador fue el espíritu de camaradería que todos habían compartido, los Delfines estaban decididamente muy felices por su victoria.

Desde aquel primer día, Lucía y Sofía se volvieron inseparables. Y así, el patio de la escuela comenzó a resonar con sus risas y su amistad, listos para enfrentar cualquier desafío que se presentara.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!