El Gran Juego del Saber
En un pueblito llamado Alegrete, vivían tres amigos inseparables: Lucas, Sofía y Martín. A pesar de que eran distintos en algunos aspectos, tenían algo en común: su amor por aprender y jugar. Un día soleado, mientras jugaban en el parque, Lucas propuso una idea fantástica.
"¿Qué les parece si hacemos un concurso de conocimientos?" - sugirió Lucas entusiasmado.
"Me encanta la idea, pero ¿cómo lo hacemos?" - preguntó Sofía, con curiosidad.
"Podemos crear estaciones de preguntas y los que respondan correcto avanzan a la siguiente estación hasta llegar a la meta. ¡El primero en llegar será el Gran Sabio del día!" - explicó Lucas, gesticulando con emoción.
"¡Sí! Y luego podemos premiarlo con un helado en la heladería del barrio!" - agregó Martín, haciendo bailar sus manos en el aire.
Los tres se pusieron a trabajar. Recorrieron el parque pensando en preguntas de distintas materias: ciencias, historia, y hasta deportes. Sofía se encargó del apartado de ciencias, Lucas se dedicó a las preguntas de historia, y Martín, el más deportista, pensó en preguntas sobre fútbol y juegos populares.
Una vez que todo estuvo listo, comenzaron a armar las estaciones. Colocaron carteles con el nombre de cada estación: "Ciencia Divertida", "Historia Heroica" y "Deportes Fantásticos". La noticia del concurso se corrió rápidamente y al llegar la tarde, muchos niños del barrio se reunieron en el parque.
"¡Bienvenidos a El Gran Juego del Saber!" - anunció Lucas, levantando las manos con emoción. "Hoy pondremos a prueba lo que sabemos en distintas materias y quien más responda correcto será el Gran Sabio. ¡Empecemos!"
Los niños comenzaron a pasar por las estaciones. Risas, gritos de alegría y alguna que otra duda llenaban el aire. Cuando llegó el turno de Martín a la estación de deportes, una sorpresa los esperaba.
"¿Quiénes son los únicos que han ganado la Copa del Mundo en fútbol?" - preguntó con una gran sonrisa, mientras los niños gritaban:
"¡Argentina! ¡Argentina!"
Pero de repente, una pequeña voz se alzó entre los competidores. Era Valentina, una nueva vecina que no había participado antes.
"¡No solo Argentina! También lo han ganado Alemania, Italia y Brasil!" - dijo con confianza.
Los demás niños se miraron, sorprendidos. Lucas, que estaba en la estación de ciencias, corrió con un grupo de chicos hacia Martín.
"¿Entonces, cómo se define un Gran Sabio?" - preguntó Lucas intrigado.
"Tal vez un Gran Sabio no solo sabe mucho, sino que también sabe escuchar y aprender de los demás" - reflexionó Martín.
Convertida en el centro de atención, Valentina sonrió tímidamente.
"Me gustan mucho los deportes, pero recién me estoy acostumbrando a jugar con ustedes. ¿Puedo participar también de ahora en adelante?" - preguntó Valentina.
Los tres amigos se miraron, comprendiendo que compartir y aprender juntos era lo más divertido.
"Por supuesto, ¡cuantos más seamos mejor!" - exclamó Sofía.
El juego continuó, pero no sólo con preguntas. Ahora estaban todos comentando respuestas, ayudándose unos a otros y creando un ambiente de camaradería y aprendizaje. Cada niño pasaba por las estaciones no solo para competir, sino también para enseñar y aprender del que tenía al lado.
Cuando la tarde llegó a su fin, y luego de muchas risas y aprendizajes, todos se reunieron para anunciar al Gran Sabio.
"Después de contar todas las respuestas, tenemos un empate: todos ustedes han demostrado ser verdaderos Sabios del Saber" - dijo Lucas con una gran sonrisa.
Los niños aplaudieron emocionados y decidieron que el premio sería para todos: visitaría la heladería juntos.
Mientras comían helados de todos los sabores, Valentina se sintió feliz y parte de aquel grupo. Lucas, Sofía y Martín se dieron cuenta de que en la amistad y el aprendizaje compartido encontraban una forma mucho más rica y divertida de jugar.
"Deberíamos hacer esto cada semana," - propuso Martín mientras disfrutaba su helado.
- “¡Sí! Y en vez de solo preguntas, también podríamos hacer juegos de matemáticas, arte o música,” - agregó Sofía, entusiasmada.
Así, en el pueblito de Alegrete, el Gran Juego del Saber se convirtió en una tradición. Los tres amigos, junto a Valentina y muchos otros, aprendieron que jugar, aprender y divertirse eran caminos que podían recorrer juntos, siempre en busca de más sabiduría.
Y así, el aprender se volvió una gran aventura en la que todos los niños eran incluidos y cada semana traía una nueva emoción, un nuevo aprendizaje, y, sobre todo, más amigos.
Fin.
FIN.