El Gran Juego en el Parque
Era una soleada mañana en el parque, y un alegre perro llamado Rufus y un curioso gato llamado Gato estaban listos para jugar. Rufus era un golden retriever, siempre lleno de energía y entusiasmo, mientras que Gato era un elegante persa, un poco más tranquilo y astuto.
- ¡Vamos a jugar a buscar la pelota, Gato! -dijo Rufus, moviendo su cola emocionado.
- ¿Buscar la pelota? Eso suena un poco aburrido -respondió Gato, estirándose perezosamente bajo la sombra de un árbol-. Prefiero explorar los alrededores y cazar algunos ratones de juguete.
Rufus, un poco triste por la respuesta de su amigo, dijo:
- Pero, Gato, ¡es mucho más divertido jugar juntos!
Gato pensó un momento y decidió darle una oportunidad al juego de la pelota. Acompañó a Rufus al área abierta del parque. Rufus lanzó la pelota lejos y salió corriendo a buscarla como un torbellino de alegría.
- ¡Mirá! ¡Estoy ganando! -gritó Rufus, mientras traía la pelota de vuelta a su amigo.
- Está bien, está bien -se rindió Gato-. ¡Pero yo también quiero lanzar la pelota!
Rufus le pasó la pelota a Gato, que la miró extrañado.
- ¿Cómo se juega? -preguntó Gato.
Rufus le explicó cómo funcionaba el juego, y Gato, aunque un poco torpe al comienzo, fue mejorando rápidamente. Juntos, se reían y corrían de un lado a otro. Justo cuando todo parecía estar bien, un gran grupo de gorriones llegó al parque y comenzó a picotear el suelo alrededor de ellos.
- ¡Mirá esos gorriones tan traviesos! -exclamó Gato, emocionado. - ¡Estoy seguro de que puedo atraparlos!
- ¡No, Gato! -gritó Rufus. - ¡No debemos asustarlos!
Pero Gato, lleno de energía, salió corriendo tras los gorriones, haciendo que estos volaran asustados. Rufus, preocupado, corrió tras su amigo.
- ¡Espera, Gato! ¡No está bien asustarlos! -exclamó Rufus, mientras Gato seguía tratando de atrapar a los pájaros.
Después de varios intentos fallidos, Gato se detuvo y se dio cuenta de que en lugar de atraparlos, solo había causado que se alejaran más. Con la cabeza gacha, volvió donde Rufus.
- Tenías razón, Rufus. No debí asustarlos. Solo quería jugar -dijo Gato con un tono de arrepentimiento. - ¿Podemos volver a jugar a la pelota?
Rufus sonrió y movió la cola.
- ¡Claro que sí! Pero esta vez, también podrías intentar dejar que los gorriones jueguen con nosotros, podríamos hacer un juego en equipo.
Gato lo miró sorprendido, pero rápidamente entendió lo que su amigo quería decir. Juntos, comenzaron a lanzar la pelota a los gorriones. Para su sorpresa, los pájaros empezaron a picotear el suelo en un juego de correteo alrededor de la pelota, como si fueran parte del divertido momento.
- ¡Mirá! ¡Ellos quieren jugar también! -entonó Gato, riendo mientras corría tras los gorriones.
Rufus se unió a él: - ¡Qué divertido es jugar así! Todos juntos, disfrutando de este hermoso día.
Al final de la jornada, tanto Gato como Rufus estaban cansados pero felices.
- Gracias por enseñarme a jugar de una manera diferente -dijo Gato.
- Y gracias a vos por dejarme mostrarte que a veces vale la pena hacer un esfuerzo por los demás -respondió Rufus.
Así, Rufus y Gato aprendieron que jugar y compartir su tiempo podía ser aún más divertido cuando incluían a otros en la diversión. Y así, la jornada en el parque se convirtió no solo en una partida de pelota, sino en una verdadera fiesta llena de nuevos amigos.
**Moraleja**: A veces, jugar con otros puede ser mucho más divertido que jugar solo. ¡La alegría compartida se multiplica!
FIN.