El Gran Juicio de las Almas
Durante un día brillante en el reino de Justilandia, donde la justicia prevalecía y todos los habitantes eran felices, algo inusual comenzó a suceder. Las ranas del estanque habían encontrado un tesoro oculto: ¡una gran caja llena de golosinas!"¡Mira lo que encontramos!" - croó Rena, la rana más curiosa del grupo, mostrando la caja a sus amigos. Para su sorpresa, los otros sapos comenzaron a acercarse, también intrigados.
"¿Podemos compartirlo?" - preguntó Tito, el más pequeño de las ranas.
"Claro que sí, pero necesitamos decidir cómo repartirlo. Todos deben tener su parte justa" - dijo Rena, mientras la emoción llenaba el aire.
Así que se formó una reunión en la orilla del estanque. Un grupo diverso de animales se unió: las ranas, un pato que nadaba cerca, una tortuga anciana y un par de liebres inquietas.
"¿Cómo sabemos qué es justo?" - preguntó la Tortuga, mirándolos con sabiduría.
"Claro, la justicia es fundamental. Todos deben tener una parte igual..." - aseguró la liebre más veloz, pero pronto comenzaron a surgir las disputas.
Las ranas querían el 90% porque habían encontrado la caja, las liebres querían más porque eran rápidas y el pato, algo triste, se quejaba de que no había traído nada al estanque.
La discusión se volvió tan grande que llamaron a la Reina Justicia, una majestuosa lechuza que había guiado al reino con un ojo agudo y un corazón compasivo.
Cuando llegó, todos se quedaron en silencio, admirando su sabiduría.
"¿Qué ocurre con mis queridos amigos?" - preguntó la Reina Justicia.
"Hay un gran tesoro, pero no podemos decidir cómo compartirlo" - respondió Rena, un poco avergonzada.
"Entonces, ¿por qué no hacemos pruebas de habilidad?" - sugirió la Reina.
Ella propuso diferentes retos para cada animal. Nadaron en el estanque, saltaron muy alto, y hasta hicieron equipos para recoger flores del campo para el almuerzo.
Al final del día, la Reina hizo un recuento.
"Cada uno ha mostrado habilidades especiales y debe llevarse una parte del tesoro equal a lo que aportó, eso es justo" - declaró la Reina.
Todos pensaron que era una idea extraordinaria, y entonces comenzó la risa y la alegría. Se sintieron reconocidos y valorados. La Tortuga, la Más Lenta, había recolectado las flores más hermosas, y el pato, aunque no había traído nada en un principio, al final había ayudado a todos con su inteligencia a navegar y evitar obstáculos.
¿Y qué pasó con la caja de golosinas? Al final, decidieron que lo mejor era disfrutar de un gran festín, donde cada uno recibió su parte justa mientras compartían risas y recuerdos.
"¡Esto es justo y delicioso!" - exclamó Tito mientras comía una gomita de frutilla.
"La justicia no se trata de ganar o perder, sino de asegurarte de que todos tengan lo que merecen" - dijo la Reina, mientras volaba por el estanque, satisfechos con la resolución.
Ese día, el reino aprendió no solo a compartir, sino también a comprender que la justicia se construye escuchando y apoyando las habilidades de todos. Así, la alegría y la paz siguieron floreciendo en Justilandia, un lugar donde cada voz contaba y cada corazón brillaba.
Y así, aquel día todos vivieron felices, recordando que la justicia y la amistad son lo más valioso del mundo.
El tesoro de golosinas, un símbolo muy dulce, se volvió una tradición, una unión que permaneció en las memorias de cada animal en el reino, donde cada uno era igual y cada uno se sentía especial.
Y así, con un gran banquete en el estanque, todos aprendieron lo valioso que es darse cuenta de que cada uno tiene algo valioso que aportar.
FIN.