El Gran Lavado de Manos



Había una vez en un pequeño pueblo, donde todos los habitantes estaban siempre ocupados. Sin embargo, había un niño llamado Lucas que tenía un secreto: le encantaba jugar en el barro.

Cada tarde, después de la escuela, Lucas corría al parque con sus amigos y comenzaban a hacer castillos de barro y a jugar a los caballeros. Todos disfrutaban mucho de sus juegos, pero a Lucas le preocupaba una cosa: a veces, sus amigos se olvidaban de lavarse las manos después de jugar y antes de comer.

Una tarde, mientras estaban construyendo el castillo más grande que jamás hubieran hecho, Lucas dijo: "¡Chicos, deberíamos lavarnos las manos antes de merendar!"

Sus amigos, con los dedos cubiertos de barro, lo miraron sorprendidos. "Pero estamos jugando, Lucas!" dijo Sofía, su amiga. "El barro es divertido y no se ve sucio. ¿Para qué?"

Lucas pensó un momento y recordó algo que había escuchado de su maestra. "Si no nos lavamos las manos, podemos llevar gérmenes a la boca, ¡y eso no es divertido!"

Sus amigos empezaron a reírse. "Pero nosotros somos fuertes, no nos pasa nada. Además, siempre tenemos hambre después de jugar. ¡Vamos a comer ya!" dijo Juan, otro de los niños.

Lucas se preocupó, pero en ese momento, apareció un extraño personaje en el parque. Era un científico con un bata blanca, gafas grandes y una mochila llena de frascos. "Hola, chicos! Soy el Dr. Higiene. He venido a mostrarles algo muy interesante sobre el lavado de manos."

Los amigos se quedaron boquiabiertos al ver la extraña figura. "¿Qué tenés ahí, Dr. Higiene?" preguntó Sofía, con curiosidad.

El científico sonrió y sacó un frasco con un líquido azul brillante. "Este líquido se llama gel bactericida. Lo usaré para demostrarles lo importante que es lavarse las manos. Miren atentamente."

Con mucho cuidado, el Dr. Higiene se arrodilló y puso un poco de gel en la tierra de barro. "Este gel tiene microorganismos que son como gérmenes. Si los dejamos en las manos, pueden provocar problemas. Ahora, voy a lavarme las manos con agua y jabón, y luego mostrarles cómo quedan mis manos. ¡Es como hacer magia!"

Después de lavarse, el Dr. Higiene mostró sus manos limpias a los niños. "¿Ven? ¡Todo se fue! Las manos son muy importantes y deben estar limpias antes de comer y después de jugar. Cuando no las lavamos, esos gérmenes pueden hacernos sentir mal, y no queremos eso, ¿verdad?"

Los amigos de Lucas se miraron entre sí. "Creo que tenías razón, Lucas," dijo Juan, algo avergonzado. "Nunca había pensado en eso de los gérmenes antes. ¿Podemos ir a lavarnos las manos ahora?"

Con entusiasmo, todos corrieron hacia el grifo que había en el parque. Mientras se lavaban, Lucas sonriente les decía: "¡Y no olviden cantar la canción del lavado de manos!"

Y así, mientras hacían espuma y se reían, todos juntos empezaron a cantar una canción divertida sobre la importancia de lavarse. Desde ese día, no solo jugaron a los caballeros con barro, sino que también se convirtieron en los defensores del lavado de manos en el pueblo.

El Dr. Higiene regresó varias veces al parque para enseñar más sobre la limpieza y todos los niños lo aclamaban como su héroe.

Y claro, Lucas se sintió orgulloso de haber hecho el cambio en sus amigos, demostrando que a veces, hacer lo correcto puede ser más divertido cuando lo hacemos juntos. Y lo más importante, todos aprendieron que las manos limpias son esenciales para la salud y la felicidad.

Y colorín colorado, este cuento sobre el Gran Lavado de Manos se ha acabado.

FIN.

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