El gran lío de Tomy y sus amigos



En el simpático barrio de Villa Alegría, un grupo de niños se encontraba en el patio de la escuela jugando a la pelota. Entre ellos estaba Tomy, un niño curioso y travieso que siempre estaba en busca de aventuras.

"¡Pasame la pelota!" - gritó Juli, la más rápida de todos.

"¡Acá va!" - respondió Tomy, lanzando la pelota con todas sus fuerzas.

Pero no solo jugaban, también había un misterio en su escuela: un hermoso árbol de manzanas doradas en el jardín que todos deseaban alcanzar. El árbol había estado allí durante años, pero nadie sabía de dónde venía.

Un día, mientras estaban jugando, Tomy tuvo una idea.

"¿Y si hacemos un plan para trepar el árbol y cosechar algunas manzanas doradas?" - sugirió.

"¡Sí! Pero si lo hacemos, no se lo contamos a la teacher ni a nuestros papás, así nadie nos detiene!" - respondió Sofi, emocionada.

Sin pensarlo mucho, los amigos acordaron hacer el plan. Esa tarde, se reunieron en la casa de Tomy para organizar su gran aventura.

"Yo puedo conseguir una cuerda" - dijo Fer.

"Y yo haré una escalera con las cajas de cartón de la verdulería" - añadió Juli.

Mientras tanto, Tomy estaba cada vez más ansioso. Sabía que trepar el árbol sin contarles a los adultos era algo riesgoso, pero la emoción de las manzanas doradas era más fuerte que su intuición. La semana pasó volando y al fin llegaron al tan ansiado día.

A la mañana siguiente, decidieron ir al jardín mientras la teacher estaba en clase. Con mucho esfuerzo, lograron confeccionar una escalera improvisada.

"¡Ay, no puedo creer que estamos a punto de hacerlo!" - exclamó Sofi.

"Vamos, que no hay tiempo que perder" - dijo Tomy, avanzando hacia el árbol.

Finalmente, Tomy se subió primero, y al llegar a la primera rama, gritó emocionado:

"¡Miren estas manzanas! Son increíbles!"

Pero mientras trataba de alcanzar una, la rama crujió y de repente...

¡Craassshhh! La escalera de cartón se desmoronó y los chicos cayeron al suelo entre risas y gritos. Estaban bien, aunque llenos de tierra y algo asustados.

"¡Esto no puede ser, tenemos que volver a intentarlo!" - dijo Fer con determinación.

"No sé si deberíamos... la teacher nos puede castigar si se entera" - respondió Sofi.

Tomy se quedó pensando.

"¿Y si le decimos la verdad a la teacher?" - sugirió finalmente. Todos se miraron con preocupación.

Finalmente, decidieron acercarse a la teacher mientras intentaban ocultar sus rasguños.

"¡Nos pasó algo increíble, teacher!" - comenzó Tomy, con voz titubeante.

"¿Qué fue?" - preguntó la maestra, curiosa.

Así, Tomy y sus amigos contaron toda la historia del árbol y las manzanas doradas.

"Estábamos intentando alcanzarlas, pero la escalera se rompió. Lo sentimos mucho" - se disculpó Juli, nerviosa.

La teacher los miró con una mezcla de sorpresa y consideración.

"Chicos, lo importante es que aprendan de esta experiencia. Hacer cosas sin contárselo a los adultos puede llevar a situaciones peligrosas. Pero también valoro que vinieron a decirme la verdad. ¡Vamos a ver esas manzanas juntos!"

Los niños sintieron un gran alivio. La teacher los llevó hasta el árbol, donde juntos disfrutaron de las manzanas doradas. Esta vez, todos aprendieron una importante lección sobre la sinceridad, la amistad y que a veces es mejor ser honestos, aunque tengamos miedo.

Desde aquel día, Tomy y sus amigos nunca volvieron a planear una aventura sin contarla a sus papás o a la teacher. La confianza y la verdad se convirtieron en sus mejores aliadas.

FIN.

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