El Gran Misterio de la Escuela Escondida



Había una vez en un pequeño pueblo, una escuela muy especial llamada la Escuela Escondida. Este lugar era famoso no solo por su enseñanza, sino también por su mágico recreo, el Recreo Escondido. Nadie sabía con certeza dónde se encontraba, pero todos los niños del pueblo lo anhelaban.

Un día, tres amigos, Lía, Mateo y Sofía, decidieron que era hora de descubrir el misterio del Recreo Escondido. "Si encontramos el recreo, podremos jugar como nunca antes!", dijo Lía emocionada. Mateo asintió, mientras que Sofía, siempre un poco más cautelosa, exclamó: "Pero... ¿y si no encontramos nada?".

"¿Y si encontramos algo increíble?", contestó Lía, llenando a sus amigos de entusiasmo.

Entonces, los tres comenzaron su búsqueda. La primera pista lo llevó a la biblioteca antigua de la escuela. Una vez ahí, empezaron a revisar libros polvorientos. Mateo encontró un mapa secreto en uno de los libros.

"Miren esto!", gritó. "Es un mapa de la escuela, dice que hay un pasadizo detrás de nuestra aula de matemáticas".

"¿Un pasadizo? ¡Eso suena aventurero!", respondió Lía, con los ojos brillantes.

Decididos, los tres se dirigieron al aula de matemáticas. Con miedo y emoción, movieron un viejo escritorio y, efectivamente, encontraron un pasadizo oscuro. "¿Nos atreveremos a entrar?", preguntó Sofía con nervios. "¡Sí!", murmuraron Lía y Mateo al unísono.

Al atravesar el pasadizo, llegaron a un lugar mágico lleno de luz y colores. ¡Era el Recreo Escondido! Allí había columpios, resbaladizos, flores gigantes y hasta criaturas fantásticas que jugaban. Sin embargo, en medio de la diversión, se dieron cuenta de que los seres estaban tristes.

"¿Qué les pasa?", preguntó Lía inquieta. Uno de los seres, un pequeño dragón llamado Tico, respondió: "Los adultos han olvidado cómo jugar y se llevan sus risas con ellas. Sin risas, este lugar se marchita".

Mateo, con su ingenio, sugirió: "¿Y si traemos a los adultos aquí y les mostramos lo importante que es jugar?".

Sofía, que siempre había sido buena organizadora, propuso: "Hagamos una gran fiesta! Invitemos a todos a que vengan al Recreo Escondido y juguemos juntos".

Los tres amigos se pusieron a trabajar. Prepararon carteles, invitaron a los padres y organizaron juegos. Cuando llegó el gran día, el Recreo se llenó de risas de adultos y niños, todos disfrutando juntos.

"¡Miren cuántas risas hay!", aclamó Tico, mientras sus ojos brillaban de alegría. Lía, Mateo y Sofía miraban satisfechos cómo el Recreo Escondido revivía gracias a las risas de todos.

Una vez más, la magia volvió a brillar en el Recreo Escondido. Desde ese día, los adultos aprendieron la importancia de jugar y dedicaron tiempo a disfrutar con sus hijos, y el Recreo se convirtió en un lugar donde todos podían divertirse juntos, sin importar la edad.

Agradecidos, los tres amigos decidieron que cada mes organizarían una fiesta para mantener viva la magia del Recreo Escondido.

De esta manera, Lía, Mateo y Sofía no solo encontraron el Recreo Escondido, sino que también ayudaron a que el lugar se llenara de alegría y risas, demostrando que a veces, los misterios más grandes son aquellos que nos enseñan la importancia de jugar y disfrutar de la vida juntos.

FIN.

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