El Gran Misterio de las Sierras de Córdoba



En una soleada tarde en las Sierras de Córdoba, cuatro amigos: Juan, Sofía, Tommy y la tortuga llamada Tito, decidieron que era el momento perfecto para vivir una aventura. Ellos siempre buscaban formas divertidas de pasar su tiempo, pero hoy era diferente. Hoy buscaban el famoso tesoro escondido por el abuelo de Juan.

"¿De verdad que tu abuelo escondió un tesoro aquí?" - preguntó Sofía, saltando de emoción.

"Sí, ¡dijo que era mágico y que daba suerte!" - respondió Juan, con una sonrisa pícara.

"¿Y cómo lo encontramos?" - preguntó Tommy, ya pensando en todas las golosinas que podría comprar con ese tesoro.

"¡Por el mapa!" - dijo Juan, sacando un trozo de papel arrugado de su mochila.

Los amigos se reunieron alrededor del mapa que mostraba un camino desde la cabaña de Juan hasta la cima de una de las montañas. También había un dibujo de un árbol enorme, ¡el que tenía un agujero en su tronco!"¡Eso es! ¡El árbol es el lugar!" - exclamó Tito, que aunque era una tortuga, también era muy inteligente.

Los amigos comenzaron a caminar por el sendero. Mientras subían, se encontraron con un grupo de cabras montesas. Las cabras eran muy curiosas y se acercaron a ellos.

"¡Hola, amigos!" - dijo una cabra, moviendo su cabecita. "¿Están buscando algo?"

"Sí, un tesoro mágico!" - contestó Tommy, con una gran sonrisa.

"¡Yo conocí ese tesoro!" - dijo otra cabra, haciendo un gesto misterioso con las patas. "Está escondido bajo el árbol con el agujero, pero ¡cuidado! Hay un león que protege el lugar!"

"¿Un león?" - exclamó Juan asustado. "No sé si quiero seguir buscando..."

"¡No te preocupes!" - dijo Sofía, dándole un empujón amistoso. "¡Nosotros somos valientes!"

Así que los amigos continuaron su camino. Al llegar al árbol enorme, notaron que efectivamente, había un agujero en el tronco.

"Aquí es donde está el tesoro" - dijo Juan, acercándose con cuidado. De repente, un sonido feroz salió del agujero.

"¡Grrr!" - rugió un león que salió de golpe, pero en vez de ser aterrador, ¡era un león muy divertido con grandes gafas de sol!"¡Hola, chicos!" - dijo el león, acomodándose las gafas. "No tengan miedo, no muerdo. Estoy aquí para cuidar el tesoro."

"¡Pero no podemos ver el tesoro!" - dijo Tommy, un poco confundido.

"Claro que sí, solo tienen que hacerme reír, y yo se los mostraré" - continuó el león sonriente.

Los amigos se miraron y decidieron hacer una competencia de chistes.

"Yo empiezo!" - dijo Sofía. "¿Por qué la tortuga no va al gimnasio? Porque ya tiene un caparazón!"

"¡Ja ja! Muy bueno!" - respondió el león, riendo.

"Yo tengo uno!" - dijo Tommy. "¿De qué color es el chicle? Verde!"

"¡Ja ja! Esto está buenísimo!" - rió el león.

Así, contaron chistes por un buen rato. Finalmente, el león se rió tanto que se olvidó de su papel y les dijo:

"¡Está bien! ¡El tesoro está al fondo del agujero!"

"¡Vamos a buscarlo!" - gritó Juan, emocionado.

Con cuidado, se acercaron al agujero. Con un poco de valentía y muchas risas, sacaron una gran bolsa llena de dulces y juguetes.

"¡Lo encontramos! ¡Es el tesoro!" - gritaron todos juntos, saltando de alegría.

"Recuerden, amigos. El verdadero tesoro no son solo los dulces, sino las risas y la amistad que compartimos" - dijo el león, guiñando un ojo.

"¡Sí!" - respondieron todos, felices.

Después de un día lleno de diversión, los amigos regresaron a sus casas, llevando consigo risas, dulces, y una historia increíble que contar. Desde ese día, siempre recordarán que la verdadera aventura está en la amistad y en los momentos que comparten juntos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!