El Gran Misterio del Laboratorio de Computación
Era un día soleado en el Colegio San Pedro de Barquisimeto. Los alumnos estaban emocionados porque iban a tener clase de computación. Tobías Yánez, Sebastián Gardediu, Ronny Gutiérrez, Andy Lin, Juan Yepes y Daniel eran un grupo de amigos inseparables que siempre buscaban la aventura.
Cuando entraron al laboratorio, Ronny miró a su alrededor y dijo: "¡Qué raro! No hay nadie más aquí."
Andy, que siempre era el más curioso, se acercó a la computadora del escritorio principal y exclamó: "¡Eh, chicos! Miren, esta computadora tiene un mensaje en la pantalla. Dice: '¡Descubran el misterio y sigan las normas del laboratorio!'"
"¿Qué normas?"- preguntó Sebastián, frunciendo el ceño.
Tobías se sacó las gafas y las limpió con la camiseta. "Yo recuerdo que la maestra siempre dice que debemos respetar las reglas: no correr, no comer, mantener limpio el espacio…"
"Sí, sí, eso ya lo sabemos,"- interrumpió Juan. "Pero, ¿y lo del misterio? Esto suena divertido."
Daniel, el más serio del grupo, dijo: "Tal vez podamos encontrar pistas siguiendo esas normas. ¿Qué les parece?"
Los amigos concordaron en que era una buena idea, así que decidieron dividirse en parejas. Tobías y Juan se encargarían de revisar las computadoras, mientras que Sebastián, Andy, Ronny y Daniel explorarían la sala en busca de más pistas.
Mientras inspeccionaban, Juan notó algo extraño al abrir una computadora. "¡Chicos, miren esto! Hay un juego de búsqueda de tesoros preinstalado aquí."
"¿Y qué tiene que ver con el misterio?"- preguntó Sebastián, siempre algo escéptico.
Tobías, lleno de entusiasmo, respondió: "Quizás las pistas están en el juego. ¡Vamos a jugar para descubrirlo!"
Se sentaron en las computadoras y pronto se encontraron jugando en una especie de aventura donde debían superar retos relacionados con las normas del laboratorio. Cada vez que cumplían un desafío, se les daba una pista para resolver el misterio.
A medida que avanzaban, comenzaron a notar que las normas no eran solo reglas aburridas. "¡Chicos, es genial! Al seguir las normas, nos ganamos más pistas,"- dijo Andy, mientras todos se reían alentados por la diversión.
Finalmente, después de varias risas y desafíos, llegaron a la parte final del juego, donde se les pidió que recordaran todas las normas que habían seguido. "No correr, no comer, mantener limpio…"- fue enumerando Ronny.
Con cada respuesta correcta, una imagen se fue desbloqueando en la pantalla y, al final, apareció un dibujo de un tesoro escondido. "¡Es un cofre!"- gritó Sebastián, emocionado.
Las luces del laboratorio comenzaron a parpadear. Todos se miraron con sorpresa.
"¡Eso significa que hay un tesoro aquí mismo!"- exclamó Juan, con un brillo en sus ojos.
Siguiendo indicaciones del juego, comenzaron a buscar en los rincones del laboratorio, sin olvidar nunca las normas: mantuvieron el lugar limpio y ordenado mientras buscaban. De repente, detrás de una mesa, Daniel encontró un pequeño cofre dorado.
"¡Lo encontré!"- gritó.
El grupo se acercó corriendo, pero algo en la expresión de Daniel lo detuvo. "Chicos, esperen. No corran, recordemos la norma. Esto es importante."
Sebastián sonrió, "Tienes razón, Daniel. Vamos despacio y sin desordenar."
Finalmente, abrieron el cofre y dentro había varias medallas de 'Caballero de las Normas'.
"¡Sí! Estas son nuestras!"- celebró Andy, saltando de alegría.
"Pero lo más importante,"- añadió Tobías con una sonrisa, "es que aprendimos que las normas son para mantenernos seguros y hacer que todos se diviertan."
"Exacto,"- dijo Ronny, mientras se ponía su medalla. "¡Hoy fue el mejor día en la clase de computación!"
Así, el grupo se fue del laboratorio no solo con un tesoro, sino con una lección valiosa sobre la importancia de seguir las normas. Y, lo más emocionante, ¡pensando ya en la próxima aventura que les esperaba en el laboratorio!
Y así, los amigos volvieron a sus clases, llenos de alegría, imaginación y respeto por las normas del laboratorio. Una gran historia que recordarían por siempre.
FIN.