El Gran Partido Bajo el Sol
Érase una vez un niñito llamado Lucas, que un día soleado decidió salir a jugar con su pelota en el parque. El cielo estaba despejado y el sol brillaba con fuerza, pero Lucas sentía que el calor no lo dejaba concentrarse.
"¡Qué calor que hace!", dijo Lucas, mientras se pasaba la mano por la frente. A pesar del sudor, estaba decidido a divertirse. En el parque, vio a sus amigos Tomás y Sofía, que también habían decidido aprovechar el día. "¡Hola, chicos! ¿Quieren jugar un partidito de fútbol?"
"¡Sí!", gritaron Tomás y Sofía al unísono. Pero mientras comenzaban a jugar, Lucas seguía sintiéndose cansado y caliente.
"¿No te sentís bien, Lucas?", le preguntó Sofía.
"Es que hace mucho calor, no puedo correr mucho", respondió él.
Tomás, siempre con ideas creativas, dijo: "¡Hagamos algo diferente! En vez de correr todo el tiempo, ¿qué les parece si jugamos en una sombra?"
Lucas, al escuchar la idea, se iluminó. "¡Me gusta!"
Los tres amigos corrieron hacia un gran árbol que había al borde del parque. Allí encontraron la sombra fresca y decidieron jugar un partido en esa área. Sofía propuso una regla nueva: "Como estamos en sombra, no tenemos que correr tanto, así que podemos pasarnos la pelota con más calma. ¡Vamos a hacerlo más divertido!"
El partido bajo el árbol se convirtió en algo divertido y emocionante. A medida que pasaban la pelota, comenzaron a inventar nuevos trucos. Lucas, emocionado, dijo: "¡Miren esto!" Y empezó a hacer malabares con la pelota, sorprendiendo a sus amigos.
"¡Genial, Lucas!", exclamó Tomás. "Vamos a intentar hacer una cadena de pases sin que se nos caiga la pelota". Y así, los tres amigos empezaron un desafío.
A pesar del calor, el árbol les brindaba una fresca y divertida alternativa. En ese momento, Lucas se sintió más enérgico y disfrutó del juego sin preocuparse tanto por el sol. Al final, lograron mantener la pelota en movimiento sin que se cayera, y se sintieron muy felices por ello.
Después de un rato, decidieron tomar un descanso y se sentaron en el césped.
"Si no hubiera sido por la sombra del árbol, probablemente no nos hubiéramos divertido tanto", dijo Sofía, sabiendo que el calor había jugado un papel importante en su día.
"Es verdad", agregó Tomás. "A veces, buscar soluciones a problemas, como el calor, puede llevarnos a disfrutar aún más de lo que hacemos. Hay que ser creativos".
Lucas sonrió, sintiéndose feliz de haber aprendido algo nuevo ese día. "Lo importante no es solo jugar, sino también encontrar formas de disfrutar y cuidarnos mientras lo hacemos".
Así pasaron la tarde, riendo, jugando y disfrutando de la compañía. Cuando la sombra del árbol comenzó a alargarse, los tres amigos decidieron que era hora de regresar a casa. Aunque el calor seguía presente, habían logrado convertir una jornada calurosa en un día inolvidable.
Desde ese día, Lucas y sus amigos siempre recordaron la importancia de encontrar maneras creativas para hacer frente a los desafíos y nunca dejar que algo tan simple como el calor les impidiera divertirse.
Y así, Lucas volvió a casa con una gran sonrisa en su rostro, sabiendo que siempre hay una salida, si se tiene un poco de imaginación.
FIN.