El gran partido de Bautista



Bautista estaba emocionado porque hoy era el gran día: su primer partido de básquet. Desde que empezó a practicar con su equipo, había estado ansioso por demostrar todas sus habilidades en la cancha.

Se levantó temprano y se puso su uniforme, con el número 10 en la espalda, su número favorito. - ¡Hoy vamos a ganar, equipo! -exclamó Bautista con entusiasmo. En el camino hacia el gimnasio, Bautista y sus amigos hablaban sobre estrategias y jugadas.

Pero al llegar al lugar del partido, se dieron cuenta de que su rival era el equipo más fuerte de la liga. - ¡Vamos chicos, podemos hacerlo! -gritó Bautista, tratando de animar a su equipo.

El partido comenzó y ambos equipos luchaban con todas sus fuerzas. En el medio del partido, el equipo contrario tomó la delantera, anotando una y otra vez. Bautista y su equipo estaban desanimados, pero él no se rindió. - ¡No importa cuántos puntos tengan, nosotros podemos remontar! -gritó Bautista.

Con determinación, Bautista empezó a robar balones, anotar triples y hacer pases increíbles. Su equipo lo seguía con la misma energía y juntos lograron acortar la diferencia. El marcador estaba empatado y quedaba poco tiempo.

En el último minuto, Bautista recibió el balón, dribló hábilmente entre los defensores contrarios y lanzó un tiro imparable que terminó dentro del aro. El gimnasio estalló en aplausos, su equipo había ganado el partido.

Bautista saltaba de alegría y sus amigos lo rodearon para felicitarlo. - ¡Lo logramos, chicos! -exclamó Bautista, emocionado. Esa tarde, Bautista comprendió que el verdadero triunfo no radica en ganar a toda costa, sino en el esfuerzo, la dedicación y el trabajo en equipo.

A partir de ese día, cada vez que recordaba ese emocionante partido, se sentía orgulloso de sus logros y del valor de la perseverancia.

FIN.

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