El Gran Partido de Facundo y Maxi
Era un hermoso día en la ciudad, el sol brillaba en el cielo y los pájaros cantaban. Facundo y Maxi, dos amigos inseparables, estaban muy emocionados porque por fin había llegado el día del gran partido de fútbol que habían estado esperando durante semanas.
Facundo, un nene alto y con una sonrisa contagiosa, era el capitán de su equipo, los 'Leones'. Maxi, más bajito pero con una energía desbordante, formaba parte de los 'Tiburones', el equipo rival.
"¡Vamos, Maxi! ¡A ganar!", gritó Facundo, mientras se ajustaba la cinta en su frente.
"¡No lo creo! ¡Los Tiburones son el mejor equipo de la ciudad!", respondió Maxi con determinación.
Ambos amigos sabían que era solo un juego, pero la competencia siempre traía consigo un poco de tensión. Mientras los dos se preparaban para el partido, llegó la madre de Facundo con un gran sombrero de león.
"Facu, ¡ponete esto! Te va a dar suerte", le dijo, orgullosa de su hijo.
Facundo se lo puso y no pudo evitar reírse.
"¡Estás en la jugada! ¡Nosotros también necesitamos suerte!", le gritó Maxi a Facundo.
El partido comenzó y el estadio estaba repleto de niños y padres animando a sus equipos. ¡Qué momento tan emocionante! Los dos amigos se cruzaron varias veces en la cancha, pero cada uno defendía su equipo con todas sus fuerzas.
"¡Gol!", gritó Maxi cuando su equipo anotó el primer tanto. Todo el estadio estalló en aplausos.
Facundo, aún recuperándose de la sorpresa, dijo:
"No te emociones tanto, Maxi. ¡Estamos a solo un gol de distancia!"
Mientras avanzaba el partido, Facundo y Maxi se dieron cuenta de que la competencia estaba comenzando a afectar su amistad. En un momento, un malentendido llevó a una pequeña discusión.
"¡No te metás en mi camino, Facu!", dijo Maxi, enojado.
"¡Yo no tengo la culpa de que seas chiquitito!"
Facundo sintió que algo no estaba bien. Algo que había comenzado como un juego divertido estaba tomando un giro amargo.
Los directores de cada equipo se dieron cuenta de lo que estaba pasando y decidieron hacer una pausa.
"Chicos, ¿qué pasa?", preguntó la profesora Clara, con voz suave.
Facundo y Maxi miraron hacia el suelo, un poco avergonzados.
"Es solo un partido, pero nos estamos olvidando de divertirnos", admitió Facundo.
"Y no debería ser así. Somos amigos primero", agregó Maxi.
Clara sonrió y dijo:
"Exacto. Lo importante es jugar, compartir y disfrutar juntos, independientemente de quién gane o pierda. ¿Qué les parece si hacen un trato?"
Ambos amigos se miraron curiosos.
"¡Claro! ¿Qué tipo de trato?", preguntaron al unísono.
"¿Qué tal si al final del partido, sea cual sea el resultado, celebran juntos con un helado?", sugirió la profesora.
Los dos amigos se sonrieron, y al instante se sintieron aliviados.
"¡Trato hecho!", dijeron al unísono.
Cuando el partido volvió a comenzar, ambos jugadores se sintieron más felices y motivados. Al final, el marcador terminó 3-2 a favor de los Tiburones, pero a Facundo no le importaba.
"¡Gran partido, Maxi! ¡Jugaste increíble!", le dijo Facundo mientras le daba una palmada en la espalda.
Maxi sonrió y respondió:
"Gracias, Facu. ¡Y vos también! Ahora, ¡vamos por ese helado!"
Esa tarde, mientras saboreaban sus helados en el parque, se dieron cuenta de que lo mejor del día no había sido el partido, sino haberse reconciliado y disfrutar de la compañía del otro.
"Lo que importa es que somos amigos y siempre estaremos juntos en la cancha y en la vida", concluyó Maxi.
Facundo asintió. Habían aprendido que la verdadera victoria era cuidar su amistad por encima de cualquier competencia.
Y así, con el sol poniéndose en el horizonte, los dos amigos prometieron seguir jugando juntos, porque siempre hay espacio para la diversión, incluso en el deporte.
FIN.