El gran partido de fútbol entre Cerdo y Gallina
Era un hermoso día soleado en el campo. Cerdo y Gallina eran amigos desde hacía mucho tiempo, pero había una cosa que siempre generaba un poco de competencia entre ellos: el fútbol. Cerdo se sentía muy seguro de sí mismo como jugador y decidió que era el momento de probar su valentía. Así que, un día, le propuso a Gallina un partido.
"¡Vamos Gallina! ¡Juguemos a fútbol! ¡Te voy a ganar!" - exclamó Cerdo, saltando de emoción.
"¿A mí? ¡¿De verdad? ! Bueno, ¡acepto el desafío!" - respondió Gallina con una mezcla de entusiasmo y nerviosismo.
Los animales del campo se enteraron del partido y decidieron organizarlo en el campo de flores, el lugar más bonito del bosque. Todos estaban emocionados por ver el espectáculo.
Llegó el día del partido y se hizo una gran convocatoria. Conejo, Oveja, Pato, y demás animalitos, se acomodaron alrededor del campo mientras Cerdo y Gallina se preparaban. Cerdo, con su gran energía, comenzó a calentar.
"¡Soy el mejor! ¡Nadie puede vencerme!" - bramó Cerdo, mientras hacía estiramientos.
Gallina, por su parte, intentaba concentrarse y no dejarse llevar por la confianza de Cerdo. Cuando comenzó el partido, todo el mundo estaba expectante.
El silbato sonó y la partida comenzó. Cerdo corrió tras la pelota como un loco, intentando hacer un gol, pero Gallina, con su agilidad y estrategia, lo eludía con facilidad.
"¡Eso fue trampa!" - protestó Cerdo, que no podía creer que no estaba logrando marcar ningún gol.
"No, querido Cerdo, eso se llama técnica. ¡Hay que jugar con el cerebro también!" - respondió Gallina con una sonrisa.
A medida que avanzaba el partido, Gallina hizo un gol tras otro, mientras que Cerdo se fatigaba tratando de alcanzarla.
"¡No puedo creer que esté perdiendo por tanto! ¡Esto es imposible!" - se quejó Cerdo mientras se prometía a sí mismo que la próxima vez haría ejercicios antes del partido.
La multitud comenzó a animar a Gallina, quien se sentía cada vez más confiada. Finalmente, el partido terminó y Cerdo había perdido por una gran diferencia. Todos aplaudieron los esfuerzos de Gallina, pero Cerdo se sintió muy desanimado.
"Esto es humillante. Nunca más quiero jugar a fútbol..." - murmuró Cerdo mientras se alejaba con la cabeza baja.
Gallina lo vio alejarse y, aunque había ganado, su corazón se llenó de tristeza por su amigo. Decidió seguirlo.
"Cerdo, espera, por favor..." - lo llamó.
"¿Qué?" - respondió Cerdo, sin mirar.
"Lo hiciste muy bien. Te respeté mucho por intentarlo, bravo por tu valía. A veces, se gana y a veces se pierde, pero de ambas se aprende. ¿Qué tal si practicamos juntos?" - propuso Gallina.
Cerdo lo miró sorprendido.
"¿Practicar juntos? Pero, ¿no se supone que somos rivales?" - preguntó.
"¡No! ¡Somos amigos! Y los amigos ayudan a los amigos a mejorar. ¡Vamos! No te desanimes, el próximo partido puede ser diferente!" - insistió Gallina.
Cerdo, con una chispa de esperanza en su corazón, asintió con la cabeza.
"Está bien, practiquemos juntos. Nunca había pensado en ello. ¡Tal vez me ayudes a ser mejor jugador!" - dijo.
Así fue como Cerdo y Gallina comenzaron a jugar juntos todos los días. Ambos se hicieron cada vez mejores jugadores, mientras se divertían y aprendían técnicas nuevas. Con el tiempo, Cerdo no solo se volvió un gran futbolista, sino que también aprendió a disfrutar del proceso.
Y así, el siguiente gran partido fue anunciado, pero esta vez Cerdo y Gallina serían un equipo. Sin importar el resultado, sabían que lo más importante era jugar juntos, divertirse y siempre apoyarse uno al otro.
Aquel gran día, el sol brillaba y los dos amigos se sintieron felices, sabiendo que había mucho más por ganar que solo un partido. ¡Habían encontrado el verdadero sentido de la amistad y la colaboración!
Y así, Cerdo y Gallina demostraron que ganar o perder no importa tanto como disfrutar el juego y aprender de cada experiencia. Y cada vez que se hablaba de fútbol en el campo, todos recordaban aquel gran partido y la lección de amistad que Cerdo y Gallina habían compartido.
"¡A jugar!" - gritaron los dos al unísono, listos para el próximo desafío.
Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!
FIN.