El gran partido de Gimnasia
Era un día nublado en La Plata, y los hinchas de Gimnasia estaban aterrados. Su equipo se enfrentaría a Colón en un partido crucial por el descenso. En la tribuna, un grupo de amigos se había reunido para alentar a su amado equipo. Felipe, un niño apasionado por el fútbol, estaba emocionado pero también un poco nervioso.
"¡Hoy tenemos que ganar!", gritó Felipe, mientras agitaba su bufanda con los colores de Gimnasia.
"Sí, nada de empates! Hoy necesitamos los tres puntos", respondió su amigo Insfran, que también era el más grande entre ellos y actuaba como el líder del grupo.
"¿Escucharon que la última vez que jugamos con Colón empatamos? Hoy no podemos repetir eso", dijo Abaldo, mirando con determinación hacia el campo de juego.
El partido comenzó con mucha intensidad. Los jugadores de Gimnasia, dirigidos por su DT Javier, estaban decididos a darlo todo. Los hinchas, incluido Felipe, gritaban y alentaban como si fueran parte del equipo.
En el minuto 25, el delantero de Gimnasia, llamado Maradona Felipe, recibió un pase perfecto y, tras una carrera deslumbrante, disparó al arco. ¡Gol! La multitud estalló en una explosión de alegría. Gimnasia estaba ganando 1-0.
"¡Sí, sí, sí! ¡Vamos Gimnasia!", saltó Felipe abrazando a Insfran y Abaldo.
"Esto es solo el principio. ¡A seguir así!", dijo Insfran, sintiendo un nuevo fervor en su corazón.
Sin embargo, la alegría no duró. Poco después, Colón comenzó a atacar. El equipo rival había decidido que no se darían por vencidos tan fácilmente.
Javier, el DT, veía cómo sus jugadores se defendían con uñas y dientes. Llamó a sus jugadores y gritó:
"¡Concéntrense! ¡No podemos perder esa ventaja!"
Mientras tanto, Felipe y sus amigos observaban ansiosos.
"¿Por qué no defienden bien? ¡Vamos! ¡No dejen que nos hagan un gol!", gritó Abaldo desde la tribuna.
"Basta, tengamos fe. Gimnasia puede hacerlo", dijo Felipe, tratando de ser optimista.
El reloj corría y ya quedaban solo diez minutos. Cuando parecía que el equipo había conseguido contener los ataques de Colón, un remate desde fuera del área hizo temblar el travesaño.
"¡Noooo!", gritaron todos los hinchas a la vez.
Javier hizo cambios estratégicos y logró mantener la ventaja ante el asedio final de Colón. Cuando el árbitro pitó el final, la multitud en la tribuna estalló de alegría. Gimnasia había ganado 1-0.
"¡Lo logramos!", exclamó Felipe mientras todos abrazaban a su alrededor.
"Hoy aprendimos que nunca hay que rendirse, a pesar de que todo parezca difícil", reflexionó Insfran.
"Y siempre hay que apoyar a nuestros amigos. ¡Vamos Gimnasia!", añadió Abaldo, sonriendo.
Esa victoria significó mucho más que solo un partido; fue un recordatorio de la importancia de la unidad y el trabajo en equipo. Desde ese día, Felipe, Insfran y Abaldo se volvieron aún más inseparables, y siempre recordarían aquella tarde donde aprendieron que con esfuerzo y fe, se pueden alcanzar grandes sueños.
FIN.