El Gran Partido de Pablo



En la Escuela 89 de Paysandú, Uruguay, había un estudiante llamado Pablo. Era un chico de diez años que adoraba jugar al fútbol. Cada día, después de clases, corría al patio con sus amigos para patear la pelota. Pero había un problema: la directora, la señora González, no permitía que se jugaran partidos de fútbol durante el recreo.

"¡Pablo! ¡No puedes jugar al fútbol aquí! Necesitamos un ambiente tranquilo para que todos estudien!" - le decía la señora González con un tono firme.

"Pero señora, el fútbol es importante para nosotros. Nos ayuda a divertirnos y hacer nuevos amigos." - respondía Pablo, con la esperanza de que la directora entendiera su pasión.

Sin embargo, la señora González no cambiaba de opinión. Estaba convencida de que las pelotas y el bullicio del fútbol solo traían distracción. Así que, cada vez que los chicos intentaban jugar en el patio, ella llegaba a poner orden.

Un día, mientras las pelotas volaban y las risas llenaban el aire, la señora González decidió hacer una visita sorpresa. Al ver a los niños en pleno juego, su enfado fue inmediato.

"¡Esto no puede seguir así! ¡Silencio y a las aulas, ahora mismo!" - gritó la directora, con una mirada decidida.

Pablo, desilusionado, se acercó a la directora y le dijo:

"Pero señora, a los niños nos gusta jugar. El fútbol nos ayuda a ser un equipo, y nos hace felices. ¡No es solo una distracción!"

La señora González, sorprendida por la sinceridad de Pablo, lo miró fijamente. En cuanto pudo ver la pasión en sus ojos, empezó a reflexionar.

Pasaron los días, pero la situación se estancó. Pablo intentó hablar con otros compañeros para encontrar una solución, pero todos se sentían frustrados.

Entonces, una tarde, mientras hacía los deberes, Pablo tuvo una idea. Se apresuró a hablar con sus amigos.

"¡Chicos! Tengo un plan. ¿Y si organizamos un torneo de fútbol escolar? Podemos invitar a la directora y explicarle por qué es tan importante para nosotros."

Sus amigos estuvieron de acuerdo y comenzaron a hacer carteles, dibujando un gran campo de fútbol en la esquina del patio. Después de reunir a más compañeros, Pablo fue al despacho de la señora González.

"Señora, por favor, queremos hacer un torneo de fútbol. Prometemos que será divertido y todos aprenderán a trabajar en equipo. Además, podemos invitar a los papás y hacer un festival de deportes.”

La directora, al escuchar la propuesta, se sintió intrigada, pero aún dudaba.

"No sé… ¿Y si se pelean o no prestan atención?"

Pablo, decidido, le respondió:

"Si no le gusta ver jugar a los chicos, puede ser árbitro. Así podrá ver todo lo que hacemos y asegurarse de que se cumplan las reglas. Será divertido para todos, y aprenderemos a respetar a los demás."

La señora González meditó durante un momento. Poco a poco, una sonrisa apareció en su rostro, y finalmente dijo:

"Está bien, Pablo. Organizaremos el torneo y yo seré la árbitro. Pero quiero que me demuestren que saben jugar con respeto y que cuidarán del espacio."

Los chicos salieron corriendo de la oficina, gritando de alegría. Habían logrado que la directora aceptara su propuesta. El gran día llegó y todos estaban emocionados. La escuela se llenó con risas, gritos de ánimo y una gran energía.

Pablo, como capitán de su equipo, se sintió orgulloso. Se dio cuenta de que la comunicación y el trabajo en equipo eran clave para resolver los conflictos. Esa jornada no solo fue un torneo de fútbol, también fue un verdadero ejemplo de respeto y unión.

La señora González, con su silbato en mano, se divertía juzgando los partidos, viendo a los chicos jugar con entusiasmo y camaradería. Al final del día, sonrió y exclamó:

"¡Qué gran partido hemos tenido! ¡Estoy muy orgullosa de ver cómo se han comportado!"

Desde ese momento, la señora González permitió que el fútbol formara parte de la rutina semanal. Pero lo más importante fue que Pablo y todos los chicos aprendieron que, a veces, es necesario dialogar y proponer soluciones para superar los obstáculos.

Y así, con un nuevo espíritu de respeto y colaboración, Pablo y sus amigos siguieron disfrutando de su deporte favorito, siempre sabiendo que la comunicación es la clave del entendimiento.

Fin.

FIN.

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