El Gran Partido de Vóley de Amistad
En un pequeño pueblo de Colombia, había un grupo de jóvenes que se encontraban muy emocionados. Cada miércoles, después de la escuela, se reunían en el parque para practicar vóley y pasar un buen rato juntos.
La líder del grupo era Sofía, una niña apasionada por los deportes. Un día, mientras todos jugaban, Sofía dijo:
"¡Chicos! ¿No sería genial participar en el torneo de vóley que se organiza en el pueblo vecino?"
Todos la miraron sorprendidos.
"¿Un torneo? Pero nunca hemos jugado en uno", respondió Lucas, dudoso.
"Yo creo que podemos hacerlo. Si practicamos mucho, podemos ser un gran equipo".
Con esa idea, decidieron formar el equipo llamado "Vóley Amistad". Cada tarde tras la escuela, practicaban con entusiasmo. Pero no todo fue fácil. Las primeras semanas fueron difíciles, a veces perdían los partidos amistosos y se desanimaban.
Un día, después de perder nuevamente, Sofía propuso:
"No podemos rendirnos. Aprendamos de nuestros errores. ¿Qué les parece si cada uno dice qué podemos mejorar?"
Carmen, una de las más nuevas en el grupo, añadió:
"Yo creo que deberíamos trabajar más en la comunicación. A veces no sabemos a quién pasarle la pelota".
Todos reflexionaron y comenzaron a trabajar en ese aspecto. Practicaron no solo sus tiros, sino también a hablar cada vez que pasaban la pelota.
"¡Voy yo!" gritaba Lucas antes de recibir la pelota, lo que hacía que todo fuera más ágil.
Con el tiempo, comenzaron a ver los resultados. En el primer partido del torneo, el equipo estaba nervioso. En el vestuario, Sofía les dijo:
"Hoy mostramos todo lo que hemos aprendido. No importa si ganamos o perdemos, debemos disfrutar del juego".
El partido comenzó y el público aclamaba con entusiasmo. Vóley Amistad se enfrentó a un equipo muy talentoso. Al principio, se encontraron en desventaja, pero, en lugar de desanimarse, recordaron lo que habían practicado y empezaron a hacer jugadas impresionantes.
"¡Eso es! Sigamos así!" gritó Carmencita, motivando a sus compañeros.
Después de un momento tenso, lograron empatar, y la emoción creció. Sin embargo, cuando estaban a punto de ganar, Lucas tuvo un tropiezo y cayó durante una jugada clave. Todos quedaron en silencio, pero Sofía rápidamente se acercó:
"¡Vamos, Lucas! Te necesitamos. ¿Estás bien?"
"Sí, estoy bien, solo me tropecé. Hay que seguir jugando" dijo Lucas, con algo de dolor pero mucha determinación.
Con el apoyo de sus amigos, Lucas se levantó. Al regresar al partido, finalmente lograron un punto crucial. Con el resultado empatado y sólo un par de minutos en el reloj, Sofía dijo:
"¡Esto es! ¡Vamos por todo!"
La intensidad creció y, en un momento definitivo, Sofía lanzó la pelota al aire y, con un poderoso remate, marcó el punto final. ¡Gritaron de alegría!"¡Lo logramos! ¡Vóley Amistad ganó!"
En la ceremonia, aunque recibieron un trofeo que era solo un símbolo, lo que realmente celebraron fue la amistad que habían cultivado y el trabajo en equipo. Sofía, con una gran sonrisa, dijo:
"Esto solo fue el comienzo. Vóley Amistad no solo es un equipo, somos una familia. Sigamos practicando y disfrutando juntos".
Y así, no solo se volvieron campeones en el torneo, sino también en la amistad, la superación y el trabajo en equipo. Desde entonces, cada semana se reunían, no solo para jugar vóley, sino para hacer que su amistad floreciera cada día más. Todos aprendieron que, practicar deporte no solo te da habilidades, sino también lecciones importantes sobre la vida misma.
FIN.