El Gran Partido en el Patio



Era un hermoso día en el colegio 'Los Pequeños Campeones'. La brisa suave hacía que el ambiente fuera perfecto para jugar al fútbol. Santiago, Valentina, Mauro y Lucía eran un grupo inseparable de amigos que todos los recreos se reunían en el patio para demostrar sus habilidades con la pelota.

"¡Vamos, hagamos dos equipos!" - propuso Valentina, muy entusiasmada.

"Yo quiero ser el capitán, yo elijo primero" - dijo Mauro, mientras sonreía confiado.

"No, no, yo soy el mejor, quiero elegir" - interrumpió Santiago, mientras tomaba la pelota y hacía un pase espectacular.

Los amigos se dispersaron por el patio y comenzaron a formar dos equipos. Mientras discutían sobre qué formación sería la mejor, la tensión se fue acumulando poco a poco.

Cuando el partido empezó, todo parecía ir bien. Pasaban la pelota, corrían y se reían. Pero en un momento, Santiago hizo un pase demasiado fuerte y le dio a Mauro en la cara.

"¡Ey, eso dolió!" - exclamó Mauro, mientras se tocaba la mejilla adolorida.

"¡No fue mi culpa! ¡Tenías que estar más atento!" - respondió Santiago, enojado.

La discusión subió de tono y comenzaron a gritarse mutuamente. Valentina y Lucía intentaron calmar la situación.

"Chicos, tranquilos. No es para tanto" - dijo Valentina, tratando de hacer de mediadora.

"Sí, vamos a seguir jugando" - añadió Lucía, pero las cosas se habían calentado demasiado.

En un arranque de enojo, Mauro empujó a Santiago, quien a su vez empujó a Mauro de vuelta. Era un caos. Los demás alumnos miraban, asustados. Pero de repente, una maestra se acercó.

"¡Chicos! ¡¿Qué les pasa? ! La amistad es más importante que un juego. ¿No ven que están afectando a todos?" - dijo la maestra, con autoridad.

Los cuatro amigos se dieron cuenta de que sus acciones no solo les habían afectado a ellos, sino también a los que los rodeaban. Sus caras se fueron suavizando y comenzaron a hablar entre ellos.

"Lo siento, Mauro. No quise pegarte" - dijo Santiago, mirando hacia el suelo.

"Yo también me disculpo. Me dejé llevar por la ira, no debería haberte empujado" - contestó Mauro, con un tono más suave.

"Y yo no debí haber intervenido de esa manera. Somos amigos y deberíamos apoyarnos" - agregó Valentina.

"Exacto, ¡no podemos dejar que esto arruine nuestra diversión!" - gritó Lucía, feliz de que finalmente se entendían de nuevo.

Los amigos se abrazaron y se dieron la mano, recuperando su alegría. La maestra sonrió y se alejó, satisfechos de ver que habían solucionado su conflicto.

"Entonces, ¿jugamos de nuevo?" - preguntó Mauro, a lo que todos asintieron emocionados.

Se rehicieron los equipos, y esta vez jugarían teniendo en cuenta el espíritu deportivo. La pelota rodó suavemente por el césped, risas y gritos de alegría llenaron el aire mientras el partido se reanudaba. Todos se sentían felices y aliviados, disfrutando de su amor por el fútbol y su vínculo como amigos.

Al final del día, se dieron cuenta de que, aunque había momentos difíciles, lo más importante era la amistad. Jugar en equipo les hizo entender que siempre debían solucionar sus diferencias con respeto y comunicación.

Así, siguieron jugando juntos por muchos años, aprendiendo a resolver sus problemas y celebrando sus logros como un verdadero equipo.

FIN.

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