El Gran Paseo de los Amigos



Una mañana brillante en la ciudad, un grupo de amigos se reunió en la cancha del barrio. ¡Era el gran día del paseo! Lucas, Sofía, Maxi y Carla estaban emocionados por la aventura que les esperaba.

"¿Listos para un día increíble?" - dijo Lucas.

"¡Súper listos!" - exclamó Sofía.

"No puedo esperar para ver lo que descubrimos hoy" - agregó Maxi.

"Hoy va a ser genial. Pero primero, ¡a jugar un rato!" - sugirió Carla.

Los cuatro amigos comenzaron a jugar a la pelota entre risas y saltos. De repente, mientras Maxi corría detrás del balón, cayó y rodó por el suelo.

"¡Ay, Maxi! ¿Estás bien?" - preguntó Carla preocupada.

"¡Sí, todo bien! Solo me tropecé con esa silla que está ahí" - contestó Maxi señalando una silla vieja al costado de la cancha.

La curiosidad de los amigos se despertó.

"¿Qué hace esa silla aquí?" - preguntó Sofía.

"Parece que no quiere estar sola, busquemos a quién pertenece" - dijo Lucas con una sonrisa.

Los amigos decidieron investigar. Primero, se acercaron a la casa del lado de la cancha. Llamaron a la puerta y apareció Don Roberto, un amable anciano que solía contarles historias.

"¡Hola chicos! ¿Qué los trae por aquí?" - preguntó Don Roberto.

"Queremos saber de la silla. ¿Es tuya?" - respondió Carla.

"Esa silla era de mi viejo taller. Le tengo mucho cariño pero ya no la uso más. Ustedes pueden llevársela si quieren" - dijo don Roberto con una sonrisa nostálgica.

Los amigos estaban emocionados y se ofrecieron a ayudar a Don Roberto a limpiar su patio a cambio de la silla. Pasaron toda la tarde organizando su espacio, riendo y conversando con él.

"Esto es muy divertido. Me encanta pasar tiempo con ustedes" - dijo Don Roberto mientras limpiaban.

"¡A nosotros también, Don Roberto!" - respondió Maxi.

Con la silla finalmente en su poder, los amigos decidieron usarla como un símbolo de su amistad.

"La vamos a llevar con nosotros en la aventura del paseo" - exclamó Sofía.

"¡Sí! Vamos a contarle a todos los lugares que conocemos" - agregó Carla.

Así, el grupo se dirigió al parque con la silla. Cuando llegaron, se sentaron todos juntos y comenzaron a charlar sobre sus sueños.

"Quiero ser arquitecto y diseñar casas que ayuden a la gente" - dijo Lucas.

"Yo quiero ser bióloga para cuidar a los animales en peligro" - expresó Sofía.

"Quiero ser astronauta y explorar otros planetas" - dijo Maxi.

"Y yo quiero ser artista para dibujar el mundo tal como lo veo" - finalizó Carla.

Al escuchar las aspiraciones de sus amigos, la silla se convirtió en el lugar donde compartieron sus más grandes sueños, uniendo aún más su amistad. Mientras conversaban, notaron que otros niños en el parque miraban curiosos.

"¡Podríamos invitar a jugar!" - sugirió Sofía.

"¡Buena idea!" - exclamó Carla.

Los amigos invitaron a varios niños a unirse.

"¡Hola! Esta es nuestra silla de los sueños. ¿Quieren contar los suyos?" - dijo Maxi con entusiasmo.

Los niños se acercaron y uno a uno empezaron a compartir sus ambiciones.

"Yo quiero ser futbolista" - dijo un niño.

"Yo quiero ser chef y hacer pasteles" - respondió una nena.

Con cada historia, la silla se llenaba de risas y sueños. El grupo decidió que, cada vez que fueran al parque, invitarían a más amigos a compartir sus sueños en la silla.

"Esta silla se convertirá en nuestro lugar especial" - dijo Carla.

"¡Sí! ¡Será nuestra silla de la amistad!" - añadió Sofía.

Y así, cada jueves, la silla se convertía en un símbolo de unión, donde compartían anécdotas, risas y sueños. A medida que pasaba el tiempo, Lucas, Sofía, Maxi y Carla aprendieron que lo más valioso de un paseo no solo eran las aventuras externas, sino también los momentos de unión y amistad.

Finalmente, un día decidieron que era hora de llevar aquella silla de los sueños a la escuela.

"¡Sí! Vamos a enseñarles a todos que la amistad y los sueños son importantes" - decidió Maxi.

"¡Amo la idea!" - exclamó Sofía.

Y así, amigos, cancha y paseos se convirtieron en el hilo conductor de una hermosa historia de amistad, diversión y sueños compartidos, demostrando que juntos podían llegar muy lejos, siempre con una sonrisa y una silla llena de sueños.

FIN.

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