El Gran Patinaje Navideño
Era una hermosa mañana de diciembre en el Pueblo de Mickey. La nieve cubría el suelo como un suave manto blanco, y las luces navideñas brillaban en cada rincón. Pero en el taller de Santa Claus, el ambiente era de preocupación. ¡La Navidad estaba en peligro!
- ¡Santa! - gritó Mickey mientras corría hacia el taller. - ¿Qué está pasando?
- ¡Hola, Mickey! - respondió Santa con un suspiro. - Hay un problema con los renos. No sé si llegarán a tiempo para repartir los regalos. ¡Necesito tu ayuda!
Mickey frunció el ceño. - ¿Cómo podemos ayudar?
- La prueba de hielo para los renos se canceló porque el lago en el que siempre lo hacemos se ha congelado. Si no pueden patinar, no aprenderán a volar - explicó Santa.
- ¡No te preocupes! ¡Nosotros podemos ayudar! - dijo Gufy, mientras hacía malabares con una bola de nieve.
- ¡Sí! ¡Podemos hacer una gran pista de patinaje en el parque! - sugirió Plutón, moviendo la cola emocionado.
Santa sonrió - ¡Esa es una gran idea, chicos! Vamos a organizar el Gran Patinaje Navideño.
Así que Mickey, Gufy y Plutón fueron al parque, donde se unieron a sus amigos: Daisy, Donald y Goofy, quienes estaban ansiosos por empezar.
- ¡Es hora de construir la pista! - gritó Donald, mientras daba saltitos.
- La nieve es perfecta para hacer una pista resbaladiza. ¡Vamos a patinar! - exclamó Daisy.
Primero, todos comenzaron a limpiar la nieve y dar forma a la pista. Con mucha cooperación y un par de travesuras, construyeron la pista más hermosa que jamás se haya visto. Pero había algo más que necesitaban: magia.
- ¿Cómo hacer que sea mágica como la pista de Santa? - se preguntó Gufy rascándose la cabeza.
- ¡Yo tengo una idea! - dijo Mickey. - ¡Si todos nosotros hacemos un baile mientras patinamos, tal vez la pista se llene de magia!
Y así, todos comenzaron a practicar sus movimientos. Patinaban en círculo, levantaban los brazos y se reían. Pero justo cuando estaban por empezar el espectáculo, un fuerte viento sopló y arrastró las decoraciones que habían colocado.
- ¡Oh no! - gritó Daisy. - ¡Las luces!
- No podemos dejarlas volar, ¡son parte de la magia! - dijo Goofy, corriendo tras de ellas.
Mientras tanto, Donald decidió hacer un truco. - ¡Voy a atrapar las luces! - gritó, deslizándose hacia adelante, pero resbaló y cayó en un montón de nieve.
Todos se reían, y aunque parecía que la situación se complicaba, Mickey vio el lado positivo. - ¡Estamos juntos! ¡Eso es lo que importa!
Con un poco de esfuerzo y muchas risas, los amigos trabajaron en equipo para recuperar las decoraciones.
Después de unos momentos, lograron reunir todo y estaban listos para su presentación. - ¡Es hora de mostrarles a los renos cómo se patina! - anunció Gufy, con una sonrisa radiante.
Entonces, Mickey, Plutón y todos los amigos patinaron juntos, combinando sus movimientos con risas y aplausos. Era una vista maravillosa. La pista brillaba y, de repente, una chispa de luz mágica llenó el aire.
- ¡Miren! ¡Tipo Santa Claus! - gritó Donald mientras señalaba hacia el cielo. Las luces comenzaron a danzar, formando figuras sobre la pista.
- ¡Lo logramos! - exclamó Mickey, emocionado.
Finalmente, los renos llegaron, patinando con alegría y velocidad, disfrutando de la magia que había creado el Gran Patinaje Navideño.
- ¡Qué gran espectáculo, amigos! - dijo Santa Claus, lleno de felicidad. - ¡Ahora sí, tenemos la Navidad!
Así fue como Mickey y sus amigos no solo ayudaron a Santa, sino que también aprendieron que a veces, cuando las cosas no salen como uno espera, la risa y la amistad son la mejor solución. La Navidad fue salvada, y el villancico resonó en el aire mientras celebraban todos juntos.
- ¡Feliz Navidad para todos! - gritaron al unísono mientras el cielo se iluminaba con destellos de luz.
Y desde ese día, recordaron que, aunque a veces las cosas se complican, la magia de la amistad siempre gana.
FIN.