El Gran Picnic de los Amigos



Era un hermoso día de primavera en el pueblo de Los Arcos. Los rayos del sol brillaban con fuerza y una suave brisa acariciaba los rostros de todos. En un rincón del parque, un grupo de amigos se había reunido para organizar el Gran Picnic que tanto habían esperado. La banda de amigos estaba formada por Lila, una niña soñadora; Tomás, el más travieso del grupo; Valentina, la más organizada; y Mateo, el que siempre tenía una idea brillante.

"¡Che, tenemos que prepararlo todo para hoy!" - exclamó Valentina, mientras revisaba su lista de cosas para el picnic.

"Yo traigo la pelota para jugar después de comer" - dijo Tomás con una sonrisa, agitando el balón en el aire.

"Y yo traigo sandwiches de mermelada y galletas caseras" - dijo Lila, llena de entusiasmo.

"Perfecto, yo me encargo de las bebidas y un par de juegos" - añadió Mateo, escribiendo un par de ideas en su cuaderno.

Los amigos decidieron encontrarse en el parque por la tarde, así que cada uno fue a su casa para preparar sus cosas. Sin embargo, mientras Lila estaba en su casa, se dio cuenta de que había olvidado comprar la mermelada.

"¡Oh, no!" - se dijo a sí misma, asustada. "¡Si no tengo la mermelada, no puedo hacer los sandwiches!" - Y rápidamente salió corriendo hacia la tienda.

Por otro lado, Valentina también se enfrentaba a un problema. Ella no había contado con que su hermanito pequeño, Nico, iba a querer llevar su bicicleta. Al entretenerse con Nico, Valentina no pudo repasar su lista y se le pasaron algunas cosas importantes.

Finalmente, los amigos llegaron al parque para armar todo. Lila ya había hecho su trabajo y estaba lista con los sandwiches.

"¡Mirá todo lo que traje!" - dijo Valentina, sacando varias bolsas de comida.

Pero, cuando fueron a revisar la comida, se dieron cuenta de que Valentina había olvidado las servilletas y el mantel.

"¡No puede ser!" - exclamó, algo avergonzada.

"No te preocupes, llevamos los sandwiches así como están" - dijo Mateo, siempre intentando encontrar el lado positivo.

Después de haber comenzado a comer y estar jugando un rato, sintieron que todo iba bastante bien hasta que el cielo se cubrió de nubes oscuras. Todos se miraron con preocupación. ¿Iba a llover?"No puedo creer que esto esté pasando" - dijo Tomás, mientras miraba hacia arriba.

"¡Vamos, todavía podemos divertirnos! Aunque llueva, siempre hay algo que se puede hacer" - dijo Mateo, tratando de mantener el buen ánimo.

Justo cuando decidieron que podrían crear un juego de refugio en las grandes gomas del parque, comenzaron a caer algunas gotas. Todos se sumaron para proteger el picnic, y al mismo tiempo, creaban un fortín con las mantas y gomas.

"Esto se está transformando en una aventura", dijo Lila, entusiasmada.

"¡Sí! ¡Un picnic bajo la lluvia! ¡Me encanta!" - gritó Tomás mientras hacía una pequeña danza.

A medida que la lluvia caía, los amigos comenzaron a reír y a jugar en su fortín improvisado. Se pasaron los sandwiches y las galletas por los agujeros que habían dejado en la cobertura.

Las risas llenaron el parque y, de repente, las nubes comenzaron a despejarse. Un hermoso arcoíris apareció en el cielo, llenando a los amigos de maravillas.

"¡Miren, un arcoíris!" - exclamó Valentina con los ojos brillando. En ese momento, todos se dieron cuenta de que, a pesar de los inconvenientes, el picnic había sido mucho más divertido de lo que esperaban.

Al final del día, se sentaron, comieron juntos y compartieron historias, dándose cuenta de que la verdadera magia del Gran Picnic de los Amigos no eran solo las comidas o las actividades, sino el momento que pasaron juntos, sin importar lo que pasara a su alrededor.

"¡Vamos a hacerlo todos los años!" - sugirió Mateo, llenando a todos de emoción.

"¡Sí!", gritaron al unísono con sonrisas radiantes. Y así, en el corazón de cada uno, quedó grabada la lección de que siempre hay algo bello en cada momento, incluso si no sale como uno espera.

FIN.

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