El Gran Proyecto del Bosque Encantado
En un pequeño rincón del colegio Francisco de Asís, un grupo de amigos estaba dando forma a un idea muy especial: crear un bosque encantado en el patio. Sofía, Lucas y Valentina eran los encargados del proyecto.
"Chicos, necesitamos más árboles para nuestro bosque encantado", propuso Sofía con entusiasmo.
"¡Sí! Pero también necesitamos flores y alguna que otra piedra mágica", continuó Lucas con una sonrisa.
"¿Piedras mágicas? ¡Eso suena genial! Pero, ¿cómo las encontramos?" preguntó Valentina, curiosa.
Los tres amigos decidieron que debían conseguir todos los elementos necesarios: un árbol, flores y, por supuesto, las piedras mágicas. Se pusieron manos a la obra y empezaron a buscar por todo el patio del colegio.
Un buen día, mientras buscaban, Sofía se dio cuenta de algo raro en la esquina del jardín.
"¡Miren eso!" exclamó señalando a un arbusto. Al acercarse, vieron que había un pequeño árbol torcido.
"Es perfecto para nuestro bosque encantado", dijo Lucas, emocionado.
"Pero está muy triste", observó Valentina.
"¿Cómo podemos ayudarlo?" preguntó Sofía.
Decidieron que debían cuidar del árbol y darle amor, así que comenzaron a regarlo y a hablarle todos los días.
"¡Eres el árbol más especial del mundo!", le decía Sofía.
"Vamos a cuidarte, no te preocupes!", prometió Lucas.
"Eres parte de nuestro bosque encantado", añadió Valentina con una gran sonrisa.
Sin embargo, un día, mientras estaban en clase, Valentina se sintió muy mal.
"Estoy preocupada. No sé si podré ir al patio hoy". Los chicos se miraron preocupados. Tenían miedo de que su proyecto no pudiera continuar si Valentina no estaba presente.
"No te preocupes, Valen. ¡Nosotros vamos a cuidar del árbol por vos!", le animó Lucas.
"Sí, ¡te lo prometemos! Cada día le contaremos sobre nuestras aventuras", agregó Sofía.
Valentina sonrió, pero había un problema. Al siguiente día, el justo que regaban el árbol, comenzó a sonar un fuerte viento. El árbol se balanceaba y parecía que se iba a caer.
"¡Ay no! Tenemos que ayudarlo!", gritó Lucas.
"¿Qué hacemos?" preguntó Sofía, asustada.
"¡Tenemos que sujetarlo!", propuso Valentina desde su casa, preocupada.
Así fue como los tres amigos, a la distancia, comenzaron a pensar en una solución. Sofía y Lucas sacaron unas cuerdas de sus mochilas y se acercaron al árbol. Juntos lo sujetaron y lograron estabilizarlo hasta que el viento paró.
"¡Lo conseguimos!", gritaron juntos.
"Sí! Valentina, ¡ven y mira! ¡Estuvo a salvo!", gritaron hacia el cielo.
Cuando finalmente Valentina pudo regresar al colegio, se sintió aliviada al ver que su amigo el árbol estaba bien.
"¡Lo cuidaron muy bien! Gracias chicos!", les dijo emocionada.
"Siempre estamos aquí unos por otros", respondió Lucas.
"La amistad es como un árbol. Necesita amor, cuidado y paciencia para crecer", reflexionó Sofía.
De esta manera, el bosque encantado nació bajo el cuidado de los tres amigos y se convirtió en un lugar mágico donde compartían risas, historias y, sobre todo, su gran amistad.
FIN.